miércoles, 18 de septiembre de 2013

Una reflexión a Magaly.





                                     
                  Una reflexión a mi  amiga.

                                                                           Por  Félix Justiniano Ferráez.


Magaly querida desde el fondo de mi ser mi corazón te abraza y comparto tu dolor; la pérdida de un ser amado es horrenda y dolorosa, su ausencia es una mutilación al sentimiento, un zarpazo a las entrañas.

Nos reconforta no sólo las muestras de consuelo y afecto que se reciben y me consta y me sorprende también las innumerables que tú has recibido de todos tus infaltables y leales amigos, nos consuela sobre todo el saber que en vida hicimos y le dimos todo a nuestro ser querido, que lo amamos y lo respetamos como tenía que haber sido y aún más; como tú lo hiciste con tu padre.

Si hubo un padre orgulloso de su trascendencia, no me cabe duda alguna, ese  fue el tuyo, Don Luis Felipe: orgulloso, bohemio, enamorado, convencido y vital; como tú amiga querida, digno ejemplo de su estirpe de hombre grande, grande de pensamiento, grande de corazón.

La muerte tímidamente se atrevió hoy a realizar lo que pudo hacer cualquier día desde hace 82 años y pretende engañarte diciendo que lo que fue ya no es.  En contraparte tu corazón en amorosa complicidad con tu pensamiento seguramente expresará que lo que fue no solo seguirá siendo sino que desde ahora es más que nunca.

Que tu padre no te fue arrebatado para dejarlo de amar, sino que se fue para ser amado más, que a los ausentes los sepulta el olvido, no el amor, éste, los mantiene vivos como inmarcesible esperanza.

Por ello sabes que con solo cerrar los ojos volverás a verlo o sentirlo, como en cada uno de los miles de momentos compartidos; en los detalles de la intimidad, en las explosiones de júbilo, en las dificultades superadas, en los consejos obtenidos y en tantas manifestaciones de amor que tu privilegiada memoria atesora y sueles compartir con nosotros.  ¡Por ello está vivo, por eso seguirá vivo y sólo morirá contigo!.

Tú que tanto toleras mi poesía y hasta has sabido quererla, permíteme  hacer nuestra la estrofa del “Amor constante más allá de la muerte” de Francisco de Quevedo:

“Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán cenizas, más tendrá sentido;
polvo serán, más polvo enamorado”.

Mi familia y yo te acompañamos en estos duros momentos.

Caribe Mexicano/Enero de 2003

@watane1

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