martes, 17 de septiembre de 2013

Apoyemos al edén.



Apoyemos al edén.

 Para: Alejandro, Héctor y Francisco, 3 entrañables amigos tabasqueños.

                                                          Por: Félix Justiniano Ferráez

Son un millón de seres humanos –casi el equivalente a la población de Cancún y Chetumal juntas- que claman, requieren, necesitan con urgencia la solidaridad de los más de cien millones de mexicanos que somos; un millón de personas que necesitan 3 millones de raciones de comidas diarias,  un millón de gentes: ancianos, mujeres, niños, jóvenes y hombres tabasqueños que esta catástrofe les robó todo, los sueños, los anhelos y de paso las propiedades y pertenencias, todo sumergido en aguas torrenciales, el 80% de ese hermoso Estado está bajo el agua y el futuro inmediato no es nada halagüeño, los pronósticos meteorológicos son desalentadores -seguirán las lluvias- Tabasco se reduce dramáticamente con cada nueva precipitación pluvial, los refugios se cierran y abren intermitentemente en función del avance de las incontrolables e indetenibles corrientes de agua; su majestad  El Grijalva orgullo de ese laborioso pueblo es hoy su peor enemigo, desbordado y caudaloso va cobrando lo suyo, destruyendo todo lo que encuentra a su paso, como potencialmente podrían hacer los otros 24 ríos que integran la red fluvial tabasqueña, miles de vehículos desaparecidos bajo el agua, 300 escuelas ya no existen lo mismo que un número incalculable de hogares, hospitales y de centros de trabajos, no hay puntos de referencia en ese dantesco lago en que la furia de la naturaleza convirtió a Tabasco; un millón de personas no sólo con hambre y sed, si no con desolación absoluta en los más profundo de sus almas, rostros con rictus de dolor, de impotencia, de rabia incontenible, de desesperación, de desánimo, las lágrimas son el común denominador en el rostro de mujeres y niños; pobladores del otrora pródigo campo tabasqueño, nadan para llegar a algún lugar por encima del nivel del agua para sobrevivir y poder ser rescatados, miles de cabezas de ganado desaparecidas, esta fotografía se repite en cada uno de los  municipios que están sumergidos en el agua por los 16 ríos que ya rebasaron su cauce y que de forma paulatina van desapareciendo al estado tabasqueño. Es dramático por decir lo menos lo que están viviendo miles de gentes que desde hace 5 días sobreviven en las azoteas de sus casas, 5 días con el sistema nervioso hecho trizas, 5 días con  alteraciones en sus necesidades fisiológicas,  5 días a la intemperie sin poder alimentarse ni poder descansar, 5 días de terror como si hubiesen naufragado en medio del océano pero flotando sobre lo que apenas hace 10 días eran sus hogares, con plena conciencia que el fruto de toda una vida de trabajo está bajo sus pies tragado por  el agua y ya es irrecuperable, bajo esas aguas están millones de piezas de ropa, recuerdos, documentos oficiales que acreditan la propiedad de lo que ya no tienen, miles de estufas, refrigeradores, televisiones,  y todos esos enseres domésticos que vamos adquiriendo para hacer más confortable nuestros propios y personales refugios para que sea más llevadero nuestro tránsito en esto que Mario Benedetti  ha definido como el paréntesis que es la vida. Lugar donde los verdes se amotinan decía el enorme poeta Carlos Pellicer para definir la belleza y exhuberancia de la vegetación tabasqueña, hoy bajo las aguas; vamos a Tabasco que Tabasco es un edén cantaba con enorme júbilo aquel inolvidable músico que pusiera de moda el overol de mezclilla, el “tabasqueñísimo”  Chicoché. La tierra de Paco Solís autor de “Pocas como tú” y “Por qué será” entre otras muchas canciones que recorrieron todo el país dando muestra del romanticismo y sensibilidad de artistas tabasqueños, hombres empeñados en que su estado fuese antes que nada motivo de orgullo y de identidad entre ellos. Nacajuca, Balancán, Huimanguillo, La hermosísima Villahermosa, Cunduacán, Tenosique, Zapata, Jonuta, Teapa, Jalpa de Méndez, Macuspana, etc.  Por donde se le mire es tristeza y desolación, el sentimiento de tragedia se multiplica un millón de veces y el asombro y la solidaridad por 100 millones de mexicanos que con nuestra labor de hormiga ayudaremos a resolver en lo posible a nuestros hermanos en desgracia, porque nada, ni nadie podrá devolverle a cada uno de esos tabasqueños la certeza de que esto no volverá a pasar, la reciedumbre de ese pueblo es digna de elogio y admiración, su fortaleza y entereza para sobreponerse a esta calamidad no tiene parangón ni medida, pero el fantasma de la incertidumbre se quedará por siempre entre ellos y marcará a las generaciones futuras de tabasqueños; hoy con esta desgracia ha nacido el hito referente de la inundación y el Grijalva y el Usumacinta serán el permanente recordatorio de lo que nunca podrá olvidarse.      
Para tratar de entender la magnitud del riesgo de este pandemoniun baste considerar que las presas de Peñitas y Mal Paso en los últimos 10 días han capturado y retenido por las lluvias el equivalente a 230 millones de metros cúbicos de agua, que es igual a lo que consumen 20 millones de habitantes en el DF durante todo un año, de no existir estas presas indudablemente estaríamos hablando de una catástrofe de incalculables proporciones, la situación es tal, que la presa Peñitas ubicada al norte de Chiapas -también viviendo su propio drama- su límite de resistencia es acosado de forma persistente por este enorme aluvión, que requiere desfogar constantemente caudales del orden de 1500 metros cúbicos por segundo para no estallar, paralelamente el otro gran río, El Usumacinta remite e incrementa el torrencial a 4500 metros cúbicos por segundo, si este inédito panorama no cesa, no habrá forma de enfrentar este cataclismo hidráulico que cambió la geografía tabasqueña, considérese que tan sólo en la Universidad Benito Juárez de Tabasco, convertida no en “Alma Mater” si no en “Mater Admirabilis” pueden haber refugiadas cerca de 100 mil personas; que pasaría si también desaparece bajo las aguas este complejo universitario y  el número total de personas damnificadas pasara de un millón a dos millones, si las carreteras terminan por ser destruidas y el aeropuerto cerrado por inundación, lo cuál es perfectamente viable si no cambian las condiciones meteorológicas. Por ello mismo estamos obligados en conciencia a colaborar y es   impostergable proporcionar toda la ayuda posible para que sea clasificada, organizada y canalizada con celeridad antes que sea demasiado tarde, Quintana Roo sabe lo que es recibir ayuda irrestricta y copiosa en sus recientes calamidades, por agradecimiento, por solidaridad, por convicción, por humanidad,  ¡apoyemos al edén!.

Caribe Mexicano/Noviembre del 2007.

@watane1

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