Civismo Minimalista.-
Por Félix Justiniano Ferráez.-
De nueva cuenta,
las campañas políticas sacan a relucir la ausencia de memoria colectiva; la
falta de raigambre; de compromiso; de querencia. Una vez más se escuchan
promesas que ofrecen acabar los males que aquejan a una sociedad harta hasta la
saciedad de tantos abusos y corrupciones. De manera paulatina los males han
avanzado hasta convertirse en cáncer incurable de estos tiempos y en nuestras
propias narices, sin que ninguno de nosotros -de manera decidida y valiente- lo
denuncie, las mentiras, las burlas, la corrupción y los pequeños casos que se
conocen se pierden en la maraña de la burocracia, del olvido conveniente, de la
apatía y la connivencia de la autoridad.
Un mínimo ejemplo de ello es que nos han prometido
acabar, elección tras elección, con los
males que desde hace mucho nos agobian, pero éstos, no solamente persisten si
no que, tristemente, se han incrementado: ahí esta la inseguridad amenazándonos
a todos cada vez que salimos de nuestras casas hacia el trabajo, la escuela, el cine, el hospital o
simplemente a asomarnos a la calle.
Cada año nos hablan de inversiones millonarias en materia de
seguridad pública y de los nuevos equipos, armamentos y capacitación con que se
dotan a los elementos a cuyo cargo está la seguridad de todos los ciudadanos,
pero cotidianamente leemos en los diarios noticias de ejecuciones, asaltos,
violaciones, robos a casa habitación o de vehículos, secuestros exprés,
intimidaciones de la propia autoridad policiaca, amenazas, extorsiones.
Simple y llanamente la delincuencia -organizada o no-
campea impunemente y en continuo crecimiento entre nosotros, sin que nada, ABOSULTAMENTE
NADA, le impida continuar abusando de los ciudadanos indefensos. Porque de nada
sirven los pueriles datos estadísticos que comparan convenientemente las
inversiones de un año contra otro, si los resultados siguen sin darse, y es lo
único que espera el ciudadano común y corriente: R E S U L T A D O S. De nada sirven cien patrullas más, mil armas
largas más, mil cámaras más, mil efectivos más, si no evitan los atropellos y
las actividades de los delincuentes. ¿A quien beneficia ese derroche de
recursos que los ciudadanos no terminan de entender ni mucho menos beneficiarse
de ellos?
Cancún nació oficialmente hace 30 años, sin deudas y con
una de las mas hermosas e impactantes vistas hacia su majestad, el Mar Caribe.
La magnificencia del azul celeste de su firmamento en conjunción con las contrastantes
tonalidades del turquesa de su mar, era indudablemente el más generoso de los
espectáculos que la naturaleza nos prodigaba y como todo lo que nos otorga es
gratuito, 30 años después, el hombre, ante la preponderancia concupiscente del dinero, sucumbió a su imperio y la codicia
se impuso sobre el sentido común y la inteligencia y hoy sólo vemos enormes moles de concreto y
cristales, en una pretendida armonía cromática y arquitectónica a lo largo de
toda su costa, entrometiéndose para
ocultar lo que la naturaleza tardó millones de años en construir para sus
playas y sus mares. Y lo que era de todos los quintanarroenses, pasó a ser sólo
de aquellos que tenían la capacidad económica para disfrutarlos en esa
inmensidad de 40 mil cuartos edificados para el beneplácito de unos pocos y en
detrimento de muchos.
Y en este tema también, elección tras elección, nos
prometieron que nunca volvería a ocurrir, mas sin embargo, sigue ocurriendo a
pasos acelerados y continúan mutilando de manera sistemática el precario orden
ecológico imperante, saturando las vías de comunicación hacia la zona hotelera que
son las únicas que permanecen inmutables y que, habiendo sido creadas
originalmente para darle movilidad, comodidad de desplazamiento y afluencia a
unos cuantos miles de usuarios, hoy deben hacerlo para cientos de miles en
exactamente la misma amplitud de su carpeta asfáltica, mientras que lo único
que crece es en su longitud para permitir el inevitable avance del cemento y
del acero que disfrazado de modernos hoteles, no son más que bardas que separan
al nativo de lo que le pertenece por derecho propio y marca la diferencia entre
las clases económicamente poderosas y los que sólo nacimos aquí.
¿Para que sirvieron multas, cancelaciones eventuales de
obras, discursos conminatorios y pantagruélicos amenazas fulminantes a los responsables de esas autorizaciones ilegales y
escandalosas, si con nombres y apellidos hoy se pavonean impunemente ante la
sociedad de la que se burlaron y dañaron hasta el escarnio y en la mayor de las
burlas aspiran a nuevos cargos públicos y negocian acuerdos con la autoridad en
turno?
El daño no sólo ocurre en la zona privilegiada de este
municipio: su zona urbana se ha visto mutilada de manera ilegal en más de 78
mil metros cuadrados sin que el estupefacto ciudadano sepa para que o reciba
beneficio alguno al respecto. En contraparte y durante estos 30 años le
devuelven un ayuntamiento endeudado en más
de 900 millones de pesos, es decir un promedio de endeudamiento de 30 millones
por año.
Por habérselos confiado a todos aquellos que nos
prometieron hacer las cosas con dignidad, honradez y eficiencia en nuestro
nombre, y gracias a ello, hoy día cada uno de los 800 mil incautos cancunenses,
que sin deberla ni temerla nos tragamos esos embustes, debemos mas de 1125
pesos cada uno, todo esto en un país que en 98 años de vida democrática y con
una riqueza de productos naturales incalculable, arrastra una deuda pública de
mas de cien mil millones de dólares y nadie dice nada, cuestiona nada, denuncia
nada e impasiblemente escucha las mismas historias, las mismas promesas y las
mismas mentiras, que sólo enriquece a esos mismos especímenes que frente a un
micrófono, en la radio, en la tele, nuevamente nos prometen el oro y el moro y
que tristemente seguirá siendo así, hasta que el ciudadano ejerza su derecho de
indignación, de participación, de exigir cuentas, de solicitar castigo a los
corruptos e ineficientes y que reclamen amor y respeto a esta ciudad, a este
país que lo único que han hecho es brindarse generosamente entre quienes los
expolian y los que se los permiten y consienten.
Caribe Mexicano/Enero del 2008.
@watane1
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