El Capi…
Para: Raúl Márquez Silva en este trago amargo.
Por: Félix Justiniano Ferráez.
Así le conocíamos quienes teníamos el privilegio de gozar
de su amistad, de su afecto y de la sabiduría de sus consejos; Tlacotalpeño de Oro, Poeta Mayor, Capitán Piloto
Aviador: Don Raúl Márquez Martínez era una “rara avis”; hombre de una sola pieza, vertical,
honorable, de nobleza e inteligencia extrema, de memoria prodigiosa, lleno de
fechas, datos precisos y anécdotas que tenían que ver con la cultura y
particularmente con su Tlacotalpan querido,--lo mismo sabía con exactitud
aconteceres de su fundación, como de la construcción del teatro de la ciudad e
inclusive la historia del primer piano que llegó a Tlacotalpan.
Era también
indeclinable con sus principios, con el amor a su esposa, hijos y nietos, “sus
luceros” como les llamaba en sus magistrales espinelas en sus libros de poesía.
Un hombre de bien comprometido con todas las causas para engrandecer la cultura de su pueblo, de Veracruz y de México.
Manejaba como pocos el arte de la buena plática, la que
entretiene, instruye, divierte, regocija
y forma opinión; viajero incansable,
narraba con fluidez sus viajes a Europa específicamente a las Islas Canarias,
donde participaba en los festivales poéticos de la décima espinela, esa
magnífica estrofa poética que manejaba como un experto esgrimista, fino,
delicado, sensible, certero.
Como si lo estuviera leyendo, su memoria daba cuenta de los participantes y de
aquellas décimas espinelas que por su contenido le habían subyugado, pero el
Capi tenía una debilidad, los festivales de la décima cucalambeana en Las
Tunas, Cuba; vaya si disfrutaba como pocos esos anuales encuentros poéticos con
los repentistas cubanos, en especial Renael González Bautista y Don Jesús Orta Ruíz
“el indio Naborí” ese extraordinario poeta cubano, su amigo personal y a quien
le profesaba un inconmensurable cariño y una admiración que rayaba en la
veneración de esa figura egregia de la
poesía cubana.
Me había insistido en reiteradas ocasiones que viajásemos
juntos a Cuba con nuestras obritas bajo el brazo a participar junto a esos
gigantes de la poesía cubana, ¡anímate Félix yo te presento y leemos tus
décimas! Insistía con el cariño que me profesaba y con ese interés de amigo
bien intencionado que quería que el verso de otro compatriota suyo, buscara su
propio lugar en el concierto de esos destacados festivales poéticos.
Lo pensaba con detenimiento y le respondía que tenía que
preparar algo a la altura del evento, --no hombre lleva tus libros y de ahí
escogemos algunas--- me decía tratando de contagiarme su entusiasmo.
El Capi había tenido la ocurrencia previa, de incluirme
como expositor y lector en el Primer festival de la Décima Espinela en Cancún,
que se desarrolló en el Café Andrade del que es franquiciatario su hijo Raúl, “el
Pollo” como le decía cariñosamente el Capi.
Como buen veracruzano no le costó ningún trabajo
congregar a la comunidad jarocha; y con un lleno a reventar en el café se
escuchó en la inauguración el arpa veracruzana, la jarana, la guitarra, los
violines, con los contagiosos y pícaros sones y huapangos jarochos.
Entre acordes y acordes el Capi se paraba y declamaba una
décima de su autoría, que arrancaba la admiración y los aplausos de los
invitados, de inmediato los repentistas soneros improvisaban alguna pícara
respuesta y eso ponía el ambiente a modo para la disertación que después realizaba
en su papel de Poeta Mayor.
El público le escuchaba con azoro e interés, el Capi con
la naturalidad de los hombres que están por encima de la vanidad y del ego, iba
explicando y ejemplificando el origen, la transformación y la constitución
definitiva de la Décima Espinela, daba datos históricos de Vicente Espinel como
si tuviera una enciclopedia en el cerebro, ponía ejemplos y recitaba de memoria
décima tras décima de diversos autores, finalizaba con espinelas de su autoría
y narrando la íntima historia que daba origen a esos destellos de belleza
poética.
Tuve también la grata fortuna de compartir a su lado, la
presentación del libro “El Buscapiés” de su paisano Carlos Zetina, por supuesto
en el “Café Andrade” que se volvió nuestra peña natural, eso fue motivo más que
sobrado para que formuláramos una serie de espinelas a ese respecto y que leímos
al alimón concluido el evento, entre sones y huapangos interpretados con
virtuosismo por Rubén Melgarejo y Julio González.
En otras fechas por allá de mayo del 2008 y para el
primer congreso internacional de arpas organizado por el amigo mutuo Julio
González Hernández, se improvisó previo al acto oficial de la inauguración, una
reunión de los arpistas participantes en el Café Andrade para variar, cerrado
al público oficialmente a las 12 de la noche, cada uno de los que habían
llegado a saludar empezaron a tocar sus “descargas” con el arpa que había
llevado el buen Julio.
Por ahí desfiló don Rubén Vázquez que le recetó unos versos
chuscos al Capi a Julio, a mi y en general a todos; los hermanos Felipe y
Facundo Sosa hicieron maravillas con las 36 cuerdas del arpa jarocha, Abel
Aguirre, Omar Cano entre otros jarochos, mantenían la algarabía con el arpa
veracruzana y las décimas del Capi, el maestro paraguayo Martín Portillo hizo
un par de magistrales interpretaciones y esto inevitablemente concluyó en la
narración del evento a bases de décimas improvisadas que esa misma noche
formulamos.
Grabados en teléfono celular ese evento inolvidable, deja
constancia del verdadero significado de la amistad y el cariño que se le
profesaba al hijo pródigo de Tlacotalpan.
Conocimos a Celso Duarte un extraordinario arpista
paraguayo cuyo hijo del mismo nombre acompaña a Lila Down por el mundo en sus
conciertos gracias a las enseñanzas de su padre.
A don Mario Barradas que a su 80 años tocaba con destreza
juvenil el arpa y tuvimos el privilegio de departir con el virtuoso de Nicolás
Caballero el mejor arpista del mundo y paraguayo de nacimiento.
Pero Don Raúl Márquez Martínez no sólo era un docto en la
décima espinela, dominaba a la perfección el romance, esa estructura poética
tan sui géneris, en algún momento de nuestra amistad me envío uno especialmente
bello que le dedicara en un homenaje luctuoso
a la poetisa Josefa Murillo Carlín “la Alondra del Papaloapan”. También
en el cementerio de Tlacotalpan en sendas tumbas están grabados los epitafios
de dos amigos queridos suyos en décimas de pie forzado formuladas con especial
sentimiento por el buen Capi: “compadre Paco” y “amigo Fito”
Amigo personal de Yolanda Santacruz Gasca la bellísima “Yiyi”
y 5ª esposa de Agustín Lara, el Capi conocía detalles poco conocidos de esa
relación amorosa y de un libro autobiográfico que “Yiyi” le regalara me recitaba de memoria los bellísimos sonetos
formulados por el músico poeta a su esposa, “Tus ojos de Sirena”, “Tú la de los
ojos tristes”, “14 rosas” e
inevitablemente salía a relucir el
verdadero lugar del nacimiento del inolvidable músico, el Capi no gastaba
innecesariamente sus argumentos, simplemente decía: nació en Tlacotalpan y
tengo a los mejores “testigos” y de
inmediato declamaba su espinela magistral construida para el efecto: “ Lo vio nacer la palmera/ en noche de
serenata/ bajo la luna de plata/ aquí en mi verde ribera./ Lo vio la luna
lunera/ crecer, junto a los murmullos/ de la brisa y los arrullos/ de los
cantares del río/ ¡nació en este pueblo mío!/ a la luz de los cocuyos.
Son incontables las anécdotas con lo variado de su
plática, recuerdo con absoluta nitidez aquella noche en que alrededor de una
taza de café con leche y pan dulce en el “Andrade”, el Capi nos daba su opinión
del accidente fatal del Jet Lear donde perdiera la vida el Secretario de
Gobernación, un improvisado invitado que desconocía quién era Don Raúl;
haciendo alarde de su ignorancia en aeronáutica escupió su propia versión, el
Capi se limitó a preguntarle cuantas horas de vuelo tenía y que aviones había
volado para opinar de tal manera, ninguna ¿y usted? -le aventó al Capi;- al
enterarse quién era el señor que nos ilustraba, se disculpó y se retiró avergonzado,
unas descriptivas décimas que realizó
por ese incidente quedaron para la posteridad y me parece que se las obsequió al
Arquitecto Sergio Vázquez que era un invitado recurrente de esas reuniones.
El martes 15 de diciembre reunidos los amigos de ese
grupo en “El Antojito” propiedad de otro amigo veracruzano de generoso corazón,
atingente doctor y mejor amigo, Pedro Zapata; entró la llamada al celular del
“Pollo” le informaban que su papá se había puesto malo y lo habían trasladado
de Tlaco a Veracruz, donde ya estaba internado.
A todos nos sorprendió la noticia, el Capi era un hombre
de extraordinaria fortaleza a sus 74 años, 1.80 de estatura, delgado y sin
vicios, gozaba de la admiración de todos nosotros por su buena condición física;
las llamadas se continuaron y Raúl pudo hablar telefónicamente con su padre, lo
escuchó tranquilo, seguro, decidido a salir del trance pronto para estar en
Navidad con su familia como lo acostumbraba, la úlcera duodenal diagnosticada
estaba bajo control.
Todos le enviamos nuestros saludos y parabienes a través
del Pollo, a las 4 de la tarde me despedí del grupo; dos horas después Tony
Jiménez apesumbrado me llamaba para informarme: falleció el Capi compadrito,
hay que ir a ver a Raúl; a las 6.30 Raúl y yo estábamos abrazados y
confundiendo nuestras lágrimas. Había fallecido Don Raúl Márquez Martínez, pero nacía una
leyenda Tlacotalpeña.
Quisiera que este humilde homenaje terminara con la
propia voz del Capitán Raúl Márquez en un par de espinelas que formulara como
“Glosa” a un cuarteto de su gran amigo Renael González Bautista: … “Y cuando sea cautivo/ de un sueño
eterno y profundo/ dejo en mi verso errabundo/ mi espíritu fugitivo. / A mi
verso no concibo/ quien pueda calificar/
Mi verso en cualquier lugar/ libre su bandera ondea/ sin
importar que yo sea/ esqueleto en tierra
o mar. / En la voz de algún juglar/ mi verso Tlacotalpeño/
tendrá un sabor ribereño/ y aroma peninsular. / Desde mi espacio glaciar/
seguiré siendo expresivo/ por eso si allí recibo/ Renael, una oración/ dentro
de algún corazón/ seguiré cantando vivo.
-R.M.M.-
Nota: la página oficial de Don Raúl Márquez Martínez.
Caribe
Mexicano
Invierno
del 2009.
@watane1
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