jueves, 19 de septiembre de 2013

El Capi...



El Capi…

Para: Raúl  Márquez Silva  en este trago amargo.

Por: Félix Justiniano Ferráez.

Así le conocíamos quienes teníamos el privilegio de gozar de su amistad, de su afecto y de la sabiduría de sus consejos;  Tlacotalpeño de Oro, Poeta Mayor, Capitán Piloto Aviador: Don Raúl Márquez Martínez era una “rara avis”;  hombre de una sola pieza, vertical, honorable, de nobleza e inteligencia extrema, de memoria prodigiosa, lleno de fechas, datos precisos y anécdotas que tenían que ver con la cultura y particularmente con su Tlacotalpan querido,--lo mismo sabía con exactitud aconteceres de su fundación, como de la construcción del teatro de la ciudad e inclusive la historia del primer piano que llegó a Tlacotalpan.

 Era también indeclinable con sus principios, con el amor a su esposa, hijos y nietos, “sus luceros” como les llamaba en sus magistrales espinelas en sus libros de poesía. Un hombre de bien comprometido con todas las causas para engrandecer  la cultura de su pueblo, de Veracruz  y de México.

Manejaba como pocos el arte de la buena plática, la que entretiene,  instruye, divierte, regocija y forma opinión;  viajero incansable, narraba con fluidez sus viajes a Europa específicamente a las Islas Canarias, donde participaba en los festivales poéticos de la décima espinela, esa magnífica estrofa poética que manejaba como un experto esgrimista, fino, delicado, sensible, certero.

Como si lo estuviera leyendo, su memoria  daba cuenta de los participantes y de aquellas décimas espinelas que por su contenido le habían subyugado, pero el Capi tenía una debilidad, los festivales de la décima cucalambeana en Las Tunas, Cuba; vaya si disfrutaba como pocos esos anuales encuentros poéticos con los repentistas cubanos, en especial Renael González Bautista y Don Jesús Orta Ruíz “el indio Naborí” ese extraordinario poeta cubano, su amigo personal y a quien le profesaba un inconmensurable cariño y una admiración que rayaba en la veneración  de esa figura egregia de la poesía cubana.

Me había insistido en reiteradas ocasiones que viajásemos juntos a Cuba con nuestras obritas bajo el brazo a participar junto a esos gigantes de la poesía cubana, ¡anímate Félix yo te presento y leemos tus décimas! Insistía con el cariño que me profesaba y con ese interés de amigo bien intencionado que quería que el verso de otro compatriota suyo, buscara su propio lugar en el concierto de esos destacados festivales poéticos.

Lo pensaba con detenimiento y le respondía que tenía que preparar algo a la altura del evento, --no hombre lleva tus libros y de ahí escogemos algunas--- me decía tratando de contagiarme su entusiasmo.
El Capi había tenido la ocurrencia previa, de incluirme como expositor y lector en el Primer festival de la Décima Espinela en Cancún, que se desarrolló en el Café Andrade del que es franquiciatario su hijo Raúl, “el Pollo” como le decía cariñosamente el Capi.

Como buen veracruzano no le costó ningún trabajo congregar a la comunidad jarocha; y con un lleno a reventar en el café se escuchó en la inauguración el arpa veracruzana, la jarana, la guitarra, los violines, con los contagiosos y pícaros sones y huapangos  jarochos.

Entre acordes y acordes el Capi se paraba y declamaba una décima de su autoría, que arrancaba la admiración y los aplausos de los invitados, de inmediato los repentistas soneros improvisaban alguna pícara respuesta y eso ponía el ambiente a modo para la disertación que después realizaba en su papel de Poeta Mayor.

El público le escuchaba con azoro e interés, el Capi con la naturalidad de los hombres que están por encima de la vanidad y del ego, iba explicando y ejemplificando el origen, la transformación y la constitución definitiva de la Décima Espinela, daba datos históricos de Vicente Espinel como si tuviera una enciclopedia en el cerebro, ponía ejemplos y recitaba de memoria décima tras décima de diversos autores, finalizaba con espinelas de su autoría y narrando la íntima historia que daba origen a esos destellos de belleza poética.

Tuve también la grata fortuna de compartir a su lado, la presentación del libro “El Buscapiés” de su paisano Carlos Zetina, por supuesto en el “Café Andrade” que se volvió nuestra peña natural, eso fue motivo más que sobrado para que formuláramos una serie de espinelas a ese respecto y que leímos al alimón concluido el evento, entre sones y huapangos interpretados con virtuosismo por Rubén Melgarejo y Julio González.

En otras fechas por allá de mayo del 2008 y para el primer congreso internacional de arpas organizado por el amigo mutuo Julio González Hernández, se improvisó previo al acto oficial de la inauguración, una reunión de los arpistas participantes en el Café Andrade para variar, cerrado al público oficialmente a las 12 de la noche, cada uno de los que habían llegado a saludar empezaron a tocar sus “descargas” con el arpa que había llevado el buen Julio.

Por ahí desfiló don Rubén Vázquez que le recetó unos versos chuscos al Capi a Julio, a mi y en general a todos; los hermanos Felipe y Facundo Sosa hicieron maravillas con las 36 cuerdas del arpa jarocha, Abel Aguirre, Omar Cano entre otros jarochos, mantenían la algarabía con el arpa veracruzana y las décimas del Capi, el maestro paraguayo Martín Portillo hizo un par de magistrales interpretaciones y esto inevitablemente concluyó en la narración del evento a bases de décimas improvisadas que esa misma noche formulamos.

Grabados en teléfono celular ese evento inolvidable, deja constancia del verdadero significado de la amistad y el cariño que se le profesaba al hijo pródigo de Tlacotalpan.
Conocimos a Celso Duarte un extraordinario arpista paraguayo cuyo hijo del mismo nombre acompaña a Lila Down por el mundo en sus conciertos gracias a las enseñanzas de su padre.

A don Mario Barradas que a su 80 años tocaba con destreza juvenil el arpa y tuvimos el privilegio de departir con el virtuoso de Nicolás Caballero el mejor arpista del mundo y paraguayo de nacimiento.

Pero Don Raúl Márquez Martínez no sólo era un docto en la décima espinela, dominaba a la perfección el romance, esa estructura poética tan sui géneris, en algún momento de nuestra amistad me envío uno especialmente bello que le dedicara en un homenaje luctuoso  a la poetisa Josefa Murillo Carlín “la Alondra del Papaloapan”. También en el cementerio de Tlacotalpan en sendas tumbas están grabados los epitafios de dos amigos queridos suyos en décimas de pie forzado formuladas con especial sentimiento por el buen Capi: “compadre Paco” y “amigo Fito”

Amigo personal de Yolanda Santacruz Gasca la bellísima “Yiyi” y 5ª esposa de Agustín Lara, el Capi conocía detalles poco conocidos de esa relación amorosa y de un libro autobiográfico que “Yiyi” le regalara  me recitaba de memoria los bellísimos sonetos formulados por el músico poeta a su esposa, “Tus ojos de Sirena”, “Tú la de los ojos tristes”, “14 rosas”  e inevitablemente  salía a relucir el verdadero lugar del nacimiento del inolvidable músico, el Capi no gastaba innecesariamente sus argumentos, simplemente decía: nació en Tlacotalpan y tengo a los mejores “testigos”  y de inmediato declamaba su espinela magistral construida para el efecto: “ Lo vio nacer la palmera/ en noche de serenata/ bajo la luna de plata/ aquí en mi verde ribera./ Lo vio la luna lunera/ crecer, junto a los murmullos/ de la brisa y los arrullos/ de los cantares del río/ ¡nació en este pueblo mío!/ a la luz de los cocuyos.

Son incontables las anécdotas con lo variado de su plática, recuerdo con absoluta nitidez aquella noche en que alrededor de una taza de café con leche y pan dulce en el “Andrade”, el Capi nos daba su opinión del accidente fatal del Jet Lear donde perdiera la vida el Secretario de Gobernación, un improvisado invitado que desconocía quién era Don Raúl; haciendo alarde de su ignorancia en aeronáutica escupió su propia versión, el Capi se limitó a preguntarle cuantas horas de vuelo tenía y que aviones había volado para opinar de tal manera, ninguna ¿y usted? -le aventó al Capi;- al enterarse quién era el señor que nos ilustraba, se disculpó y se retiró avergonzado, unas descriptivas décimas  que realizó por ese incidente quedaron para la posteridad y me parece que se las obsequió al Arquitecto Sergio Vázquez que era un invitado recurrente de esas reuniones.

El martes 15 de diciembre reunidos los amigos de ese grupo en “El Antojito” propiedad de otro amigo veracruzano de generoso corazón, atingente doctor y mejor amigo, Pedro Zapata; entró la llamada al celular del “Pollo” le informaban que su papá se había puesto malo y lo habían trasladado de Tlaco a Veracruz, donde ya estaba internado.
A todos nos sorprendió la noticia, el Capi era un hombre de extraordinaria fortaleza a sus 74 años, 1.80 de estatura, delgado y sin vicios, gozaba de la admiración de todos nosotros por su buena condición física; las llamadas se continuaron y Raúl pudo hablar telefónicamente con su padre, lo escuchó tranquilo, seguro, decidido a salir del trance pronto para estar en Navidad con su familia como lo acostumbraba, la úlcera duodenal diagnosticada estaba bajo control.

Todos le enviamos nuestros saludos y parabienes a través del Pollo, a las 4 de la tarde me despedí del grupo; dos horas después Tony Jiménez apesumbrado me llamaba para informarme: falleció el Capi compadrito, hay que ir a ver a Raúl; a las 6.30 Raúl y yo estábamos abrazados y confundiendo nuestras lágrimas. Había fallecido  Don Raúl Márquez Martínez, pero nacía una leyenda Tlacotalpeña.

Quisiera que este humilde homenaje terminara con la propia voz del Capitán Raúl Márquez en un par de espinelas que formulara como “Glosa” a un cuarteto de su gran amigo Renael González Bautista: … “Y cuando sea cautivo/ de un sueño eterno y profundo/ dejo en mi verso errabundo/ mi espíritu fugitivo. / A mi verso no concibo/ quien pueda calificar/
Mi verso en cualquier lugar/ libre su bandera ondea/ sin importar que yo sea/ esqueleto en tierra o mar. / En la voz de algún juglar/ mi verso Tlacotalpeño/ tendrá un sabor ribereño/ y aroma peninsular. / Desde mi espacio glaciar/ seguiré siendo expresivo/ por eso si allí recibo/ Renael, una oración/ dentro de algún corazón/ seguiré cantando vivo. -R.M.M.-

Nota: la página oficial de Don Raúl Márquez Martínez.


Caribe Mexicano
Invierno del 2009.
@watane1






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