Deja Vu.
Adonde van los muertos, Señor adonde van… Amado Nervo.
Por Félix Justiniano
Ferráez.
Para: Santiago Aguirre Luna. In
Memoriam
Extraño su recio apretón de mano al saludarnos, su
sonrisa franca, su afecto cercano y cálido, su presencia obligada en los
eventos importantes familiares y el trato cotidiano.
Extraño esa certeza que tenía que al marcar su
teléfono me encontraría con el sonido inconfundible de su voz, de su saludo
cordial y su inevitable invitación para el café o el cebichito, como le decía a
las reuniones con los amigos cercanos; vamos por una botana al Teranga compadre
solía decirme; ahora sus amigos vamos y buscamos quedar al amparo de su mirada
en las fotos que fraternalmente Mankañá ha ido acomodando en el muro de la amistad,
que fue creado ex profeso por su partida y donde en lo etéreo de ese mundo de
las impresiones fotográficas, continuamos juntos perpetuando el momento
fraterno y ajenos al futuro que nos aguardaba con sus inclementes exigencias.
Reiteradamente está en las pláticas entre nosotros con
aquellos recuerdos recurrentes que de repente como deja vou, aparecen para
hacernos creer que por un fugaz instante
de pirotecnia sentimental, volveremos a vernos y a continuar con las mismas
actividades venciendo la inescrutabilidad del destino como si nada hubiese
cambiado.
Van dos años que en mi cumpleaños su llamada no llega,
su broma cariñosa no me hace mella, su actitud bonachona no la disfruto, hoy
para platicar las cosas que antes tocábamos voy a su actual morada; esa casita
que Jean Baptiste con notable esmero le construyó y en donde todos los que lo
seguimos queriendo, tenemos algo que ver en su arreglo, allá estamos en
navidad, el día de muertos, el día del padre y en su doble aniversario que es
hoy, 25 de julio.
Contemplo su foto, se agolpan los recuerdos, oro y
reflexiono pero persisten mis dudas e interrogantes a dos años de distancia.
Santiago Aguirre Luna sigue ahí, de donde no podrá
irse nunca, no en ese espacio físico amorosamente cuidado por Lourdes,
Carlitos, Beyra, Melina y Eduardo, en donde no le faltan los Marlboro, el
dominó, la botella de tequila, las veladoras, las oraciones, y ese jardín que generosamente nos regala
hermosas flores que aromatizan su recuerdo; si no del corazón de todos
nosotros, de los recuerdos cariñosos donde inevitablemente su presencia con su
actitud bondadosa, su generosidad sin límites y sus afanes de hermandad siguen
vigentes.
Repaso el
pasado reciente y vuelvo a sentir su cercanía, evoco los momentos compartidos y
ahí está siempre afable, caballeroso, desprendido, servicial y comprometido con
todos, un alma llena de nobleza que nos
marcó a quienes tuvimos el privilegio de
tratarlo como persona y tratarlo en la intimidad de lo familiar.
Compartimos preocupaciones y satisfacciones, tristezas
y alegrías, los buenos y los malos momentos los sorteamos mejor porque los
compartimos sin reservas. Santy estaba enamorado de su familia, de sus hijos,
de su esposa, de Melinita su nieta el gran amor de su vida, nada le llenaba mas
de satisfacción que compartir los logros de sus hijos, de compartir con ellos
la vida y darles en cada momento ese ejemplo de dignidad y de honorabilidad que
les legó.
Conocía las
virtudes y los defectos de sus hijos y los comentábamos largamente, se
imaginaba el futuro de cada uno de ellos y hacia planes para ayudarlos a consolidarse como hombres y
mujeres de bien, era su más caro anhelo, con ello soñaba y confiaba que lo
podría ver algún día.
No alcanzó a ver muchas cosas, inexplicablemente debió
de marcharse a cumplir con su destino, no nos despedimos, nadie espera que el
zarpazo de la tragedia te alcance tan prematuramente; yo estaba a 400 kilómetros de
distancia, estábamos por vernos en cosa de horas en un día como este, 25 de
Julio su cumpleaños, donde Beira ya le tenía preparada muchas sorpresas que había acordado con sus amigos.
Santy alcanzó a
platicar con Carlitos y Güero las primeras horas de ese día, brindaron y platicaron de cosas y
situaciones que luego volvimos a platicar Güero y yo en la funeraria, seguíamos
si entender la vertiginosidad de los acontecimientos y la mutilación que la
tragedia nos causaba, me veo hoy con toda claridad frente a su féretro
contemplando su rostro impasible, con la serenidad de la trascendencia y ajeno
al dolor colectivo de todos nosotros sus deudos, recuerdo que parado solo
frente a él, sentí sobre mi hombro la cariñosa mano de mi hijo Alejandro
consolándome y rescatándome de ese dolor inexpugnable que sentía, era la 1ª vez
que me veía orar y llorar en silencio; estaba el día de su cumpleaños
celebrando su rito mortuorio, estaba frente a los restos mortales de mi gran
amigo, de mi compadre del alma, del querido tío Santy.
Lo demás es esa serie de acontecimientos que sabemos suceden
en estos dolorosos eventos, el cortejo, el destino final y el duelo permanente.
La resignación que llega con el tiempo nos permite manejar de mejor manera las
ideas y los sentimientos contradictorios, el coraje, la ausencia, la nostalgia,
las suposiciones, la frustración y el dolor, se transmutan, van hallando cabida
en la estructura emocional, los aceptamos y aprendemos a vivir con ellos.
Hoy sigo
sintiendo a Santiago cercano y afectivo, hablamos de él con naturalidad entre
todos; amigos y familiares, cada uno tiene algún recuerdo excepcional que
aportar, Don Chuy su padre con una sonrisa a la que la tristeza se niega
abandonar, habla y muy a su modo me refiere aquellas etapas de la vida de Santy
que no conocía, veo a ese hombre de campo, como el campo mismo, recio, generoso
y agradecido con quienes estamos ahí pendiente de cada palabra que nos hace
recordarlo, estoy con él y con Fabián su otro hijo cuyo timbre de voz me hace
pensar que es Santy quien me habla, y ahí está de alguna forma él, merodeándonos
y haciéndose presente a través de los detalles que referimos y del cariño que
como hilo conductor conecta este mundo con aquel, en donde finalmente estaremos
todos para continuar aquellos pendientes que por el momento, sólo por el
momento, suspendimos.
Yo también te quiero un chingo compadre.
DUELO.
Mira que pasarte a ti
Mi Santy del Pollo Brujo
La eternidad y su embrujo
Te llevara antes que a mí.
Quien iba a decir que así
Sin esperarte a mí abrazo
Te trasladara al parnaso
Tu corazón de rubí
Y para llegar hasta ahí
Y transitar a tu altura
Preciso de tu estatura
Y el vuelo de un colibrí.
Porque vencer la amargura
No es cosa del bisturí…
Cancún Quintana Roo a 25 de
Julio del 2008.
Félix Justiniano Ferráez
Cancún 25 de Julio del 2008
@watane1
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