La vida es
un sueño.
Parecía
un viernes cualquiera de febrero, mi amigo Erick Paolo no sabía que ese día
sería el último entre nosotros, se había levantado con malestares de salud poco
comunes a su edad sobre todo cuando se ha llevado una vida sana
y con buenos hábitos, quizá era el presagio de lo que vendría más tarde o era
la alerta de su cuerpo para mantenerlo en cama y faltar a la gira de trabajo
con el gobernador del estado. En los hechos el Lic. Pedro Joaquín lo disculpaba
para no asistir, pero finalmente Erick se decidió por la responsabilidad
laboral y su compromiso por Quintana Roo y asistía puntual a su cita fatal.
No escuchó a nadie y se incorporó a lo que
sería su última actuación como servidor público un 8 de febrero de 1985.
Erick
Paolo Martínez había cumplido 32 años apenas el 23 de enero previo y en la sala
del COPLADE lo habíamos celebrado austeramente según su estilo.
Recuerdo que al partir el pastel nos dijo a
todos, dicen que no se debe decir el deseo porque luego no se cumple, pero
quiero que sepan que mi único deseo es pedir que estemos mucho tiempo juntos
como equipo haciendo cada día mejor a Quintana Roo; lamentablemente dos semanas más tarde
entregaba su vida al estado que tanto había amado y nos dejaba una imborrable
huella de amistad y un excepcional ejemplo de servir con convicción, eficiencia
y honradez.
Muchos
amigos me preguntan si en realidad Erick Paolo Martínez era tan especial como
nosotros lo hemos expresado reiteradamente; ¿o tiene uno que morirse para que
hablen bien de uno?
Ya
se sabe que en bautizos o sepelios es cuando mejor se habla de los
protagonistas.
Lo
cierto es que por alguna razón Erick sabía sacar lo mejor de cada uno de sus
amigos, siempre tenía la palabra justa, el consejo a mano o el acicate para que
cada quien diera el plus.
Tenía
un don natural para el liderazgo y una inteligencia sobresaliente que le
permitía ver más allá de lo que veíamos sus colaboradores.
Me
tocó compartir largas jornadas de trabajo con él en el IMSS y en el Gobierno
del Estado. Durante esos años afianzamos la amistad y nos hizo sentir a los que
veníamos de fuera, que Quintana Roo era la casa de todos y teníamos que
retribuir con trabajo eficaz y probo.
A
32 años de su partida, Erick lleva de ausente entre nosotros, el mismo tiempo
que estuvo en esta dimensión, por ello ahora que nosotros sus amigos ya somos
abuelos, lo seguimos recordando de manera más reflexiva, por eso lo vemos como
un joven idealista, romántico y empecinado en mover a su estado a favor de las
mejores causas.
No
es un asunto menor el que después de tantos años sus amigos sigamos
comprometidos con su legado a la manera de cada quien y que aún se siga
extrañando su presencia en nuestras tertulias, lo que nos hace recordar
entrañables anécdotas y momentos chuscos que compartimos; finalmente como todos
ser humano Erick tenía virtudes y defectos, filias y fobias como todos y eso lo
hacía tan humano como cualquiera de nosotros; tanto que lo vi llorar en un par
de ocasiones, despidiéndose de su querido compadre Chucho Ortega que dejaba
Quintana Roo y regresaba a Puebla y cuando nació Bruno Paolo, eso me permitió
dimensionar la honestidad de sus emociones.
También
lo veía echar lumbre y madres cuando las cosas no salían como esperaba que
ocurrieran.
Estoy
cierto del amor de muchos de mis amigos por Quintana Roo, los se orgullosos y
agradecido con este magnífico lugar, pero Erick era un apasionado recalcitrante
por todo lo que fuera o representara a su estado.
Quería
que todos le siguiéramos el paso y a veces no todos lo que colaboraban con él
podían hacerlo.
Vivía
de prisa y apasionadamente en el trabajo y en su vida personal, alguien comentó algún tiempo después de su
trágica partida, parecía que sabía que se iba a morir y por eso trabajaba tanto
y vivía como acelerado.
En
el IMSS recuerdo sus entradas a los privados de César, Jorge, Eva, Toño o el mío, prácticamente
se tropezaba por las prisas con las que ingresaba; eso movió a Ferreyro para
jugarle una broma poniéndole seguro a su puerta en una ocasión. Sabía que se
daría un frentazo y con solo imaginárnoslo a todos nos daba mucha risa.
Le
tengo que poner un alto campechano, un día me puede agarrar durmiendo me decía,
además ya le dije que no me invite café en su privado porque me quita el sueño,
volvía a quejarse la “araña” Ferreyro
Con
la misma facilidad que se desprendía de cualquier cosa por un amigo y
colaborador, también nos mentaba fraternalmente la madre en las reuniones
sociales en su casa o cuando salíamos en grupo a comer o a tomar una copa.
Mis
amigos sus paisanos conocieron al Erick que yo no conocí, como escolar de primaria
y la secundaria y por supuesto como vecino o compañero de barrio, es decir
cuando todo mundo es una incógnita con relación al futuro y todos estamos en
nuestro proceso formativo.
A
mí me tocó en suerte tratarlo como profesionista licenciado en economía por la
UNAM y como Delegado del IMSS en Quintana Roo, justamente ahí se cruzaron
nuestros hilos y fuimos a través del trabajo haciéndonos amigos, depurando las
coincidencias y minimizando las diferencias.
Con
Erick hablaba lo mismo de política que de libros, de deportes o de música, de
la vida, de la familia, del futuro de sus hijos, de su enorme amor por Elyde su
madre, por supuesto de las amistades, y del futuro del estado; a esa edad es válido soñar y lo hacíamos en
grande.
De
manera natural crecimos en camaradería, confianza y cariño, y dejamos de ser
compañeros de trabajo para convertirnos en amigos.
Soy
afortunado en tener muchos y muy buenos amigos, la mayoría lo fueron también de
Erick, quizá por ello nuestros lazos son sólidos porque están reforzados por
ese eslabón común; el recuerdo que nos deja de una vida plena, y un ejemplo excepcional de trabajo y
compromiso por Quintana Roo.
Estos
nuevos renglones con los que lo recuerdo, carecen de la emoción del duelo y la
nostalgia de antaño, porque atrás quedamos aquellos jóvenes que fuimos y
creímos que nuestra causa era la mejor y luchábamos por ella antes que el
destino nos jugara es broma macabra.
Hoy
día veo a mi amigo más como un hito que una leyenda urbana, lo veo tan humano y
romántico como siempre, pero sigo lamentando que se haya truncado
prematuramente su vida y con ello hayan cambiado muchas circunstancias sociales
que podrían estar mejores hoy día.
A
partir de ahora no lamento más su partida, he escrito suficiente de ello.
Elijo
recordar su alegría de vivir, su sentido del humor, su lealtad a la amistad y a los valores
fundamentales que nos inculcó y que le dan sentido a la vida, y a todas esas
circunstancias que me enseñaron a amar a Quintana Roo y a ser agradecido con
esta tierra que elegí fuera la de mis
hijos.
Por
ello gracias por todo Erick y hasta que Dios quiera.
FJ/caribe
mexicano
8
de feb. De 2017.
Gracias Félix por compartir este recuerdo y añoranza de un gran ser humano. Los que lo conocimos lo llevamos siempre en el recuerdo.
ResponderEliminarComparto tu sentir por nuestro llorado y admirado Erick. Soy tu amigo Roberto Armengual. Te mando un fuerte abrazo.
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