Blue Parrot.
Algo huele mal en Dinamarca reza la célebre
frase Shakesperiana en Hamlet, misma que le viene como anillo al dedo a
Quintana Roo después de los cruentos hechos en las primeras horas de este
lunes.
Estos hechos habían estado contenidos dentro de
las fragilidades de los acuerdos tácitos entre el crimen organizado y los
empresarios que son frecuentemente extorsionados, sin que las autoridades
responsables hagan lo necesario para disminuirlos o erradicarlos.
Bien mirado no son hechos aislados o
casuísticos, vienen ocurriendo desde hace años, pero a finales del año pasado
cobraron particular relevancia ya que se rompieron los tabúes con la osadía de
los emisarios del terror, ya que ahora ingresan a los llamados antros y en sus
lujosos interiores llevan a cabo sus ejecuciones lo mismo que en reconocidos centro de
diversas índoles en Cancún, Solidaridad y Tulum, por señalar los más
recordados.
El sello es el del narco, sicarios que de
manera sorpresiva irrumpen disparando inmisericordemente sobre ciudadanos
indefensos o en negociaciones que no han respetado los exigentes acuerdos.
Como consecuencia de los sangrientos hechos del
Blue Parrot lamentablemente Quintana Roo está en la noticias alrededor del
mundo, y no por sus destinos de playa y sol y sus bellezas exuberantes.
El tema son las ejecuciones que se siguen dando
en el estado por las organizaciones criminales.
Cinco muertos y quince heridos por proyectiles
de arma de fuego, nos habla claramente de una carnicería al estilo de la mafia
de Chicago en la época de la prohibición.
Malo el asunto, peor las explicaciones por la
autoridad recientemente nombrada como Fiscalía.
Primero se habló de un ajuste de cuentas al
negarse a pagar un canadiense responsable del evento y del lugar una cuota más
exigente, inclusive los dichos que se leen en las redes sociales, afirman que
se gritó segundos antes de los disparos… “esto les pasa por no pagar sus cuotas”.
Pero por la tarde con la estrategia de las
autoridades encargadas de la seguridad pública, le diseñaron unas declaraciones
al ejecutivo del estado que lo ponen en evidencia, ya sea porque no le dicen
los hechos que realmente ocurrieron, o porque tratando de proteger a la gallina
de los huevos de oro turísticos, lo llevan a
restarle importancia al delicado asunto, y lo hacen declarar ante las
cámaras que, era un asunto exclusivo entre dos particulares.
Y ahí nos quedan debiendo una serie de
explicaciones que obviaron, ¿por qué había gente armada en ese centro de
diversiones?
¿Los guarda espaldas de la víctima que
terminaron victimados también junto con su jefe, contaban con los permisos
federales y estatales para portar armas de fuego?
¿Por qué si fue un asunto entre sólo dos
personas, hay 18 afectados de esa trifulca, 17 de ellos baleados?
¿De cuantos tiros era el arma del solitario
atacante que pudo victimar de varios disparos a 5 personas y herir a otras
quince?
¿Por qué si era un solo agresor no pudo ser
detenido o ultimado por los encargados de la seguridad de la Disco?
También se nos dice que se recogieron 20
cartuchos percutidos de cuatro calibres diferentes, por lo tanto las
conclusiones solo pueden ir en dos caminos:
O no fue un único agresor, quien llegó
premeditadamente a segar la vida de sus adversarios.
O fueron también los guardias armados quienes
hirieron o quizá sacrificaron a varios de los clientes del antro.
Si fue un único agresor ¿por qué hay tres
detenidos en estos hechos criminales?
Y aún más; si los asesinados a punta de bala
eran extranjeros como quedó debidamente asentado en las declaraciones, ¿por qué
portaban armas de fuego si lo prohíben las leyes mexicanas de la materia?
Al parecer se pierde de vista que hace unos
meses fue ejecutado un bar tender del Blue Parrot, quien según las
investigaciones posteriores, se supo que tenía deudas de drogas con los grupos
criminales
Y antes de eso se cuentan por decenas los
hechos de sangre del crimen organizado en diferentes bares, cantinas o antros
de variados estatus sociales: Mandala, La Sirenita, Castillos del Mar, La
Xtabay o los célebres rafagueos contra restaurantes en la avenida Yaxilán;
justamente mientras escribimos estas líneas, perece ejecutado por la noche un
joven en una de las regiones de Cancún y su acompañante se encuentra
hospitalizada grave.
Y mientras el ejecutivo del estado declara en
base a la información de sus subordinados desligando los hechos de sangre con
la venta y consumo de enervantes, el Cartel de los Zetas con una narco manta lo
desmiente y se adjudican los violentos crímenes y amenazan con continuarlos.
Si mal empieza la semana para los que ahorcan
en lunes, peor lo será cuando los hechos no se dimensionan en su justa medida,
porque si el diagnóstico es malo, mala será por consecuencia la receta para la
enfermedad que aqueja al estado.
Definitivamente, algo huele mal en Quintana
Roo.
17/enero/2017
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