César
Augusto Sebastián Rodríguez Kuri.
Tano.
(In
Memoriam)
Recuerdo
como si fuera ayer mi primer encuentro con “Tano”, por aquellos días terminaba
su ciclo de estudios en el “Instituto del Carmen” que solo tenía como máxima
enseñanza la instrucción de la educación secundaria, de manera que para
continuar con la preparatoria, era necesario inscribirse a la Universidad del
Carmen, que en esa época era la única posibilidad de llevar ese nivel
educativo.
Evidentemente
Sebastián no era el único estudiante del “Instituto” que ingresaría a la
Universidad, junto con él otro puñado de jóvenes carmelitas, cuyas familias
estaban en condiciones de pagar la educación privada de sus hijos en aquel
prestigioso centro educativo, se sumaban y se mezclaban con todos nosotros que
éramos producto de las escuelas públicas desde el kínder y que de manera
natural implicaba un reto en el aprovechamiento académico de cada uno de los
nuevos preparatorianos.
Años
atrás la única radiodifusora que existía por aquellos años, la XEIT propiedad
de la familia Boeta, había patrocinado un concurso entre los sextos años de
todas las escuelas primarias de la isla.
Aquel
programa se llamó “Estudiar es primero” y se presentaba de manera semanal transmitiéndose el concurso en
vivo por la radio, por lo que todas las familias isleñas no se despegaban de
sus equipos radiofónicos los días del concurso para conocer el resultado del
mismo.
Los
nombres de las escuelas que aún recuerdo eran: el “Colegio Victoria” una
escuela privada para niñas, el “Instituto del Carmen” colegio privado para
varones y las escuelas públicas mixtas, “Héctor Pérez Martínez”, “López
Hernández” “María Pacheco Blanco”, “Pablo García” “Año de la Patria” y “Juan
Bautista Caldera” mejor conocida como
“La Central”
La
final de ese extraordinario y motivador concurso de conocimientos infantiles,
fue entre el afamado Instituto del Carmen y la Escuela Central, resultando
vencedora la escuela “Central” y me place decirlo porque formé parte de aquel
grupo de niños de sexto año que representamos la escuela Central, algunos
nombres de mi equipo que aún mantengo en la memoria son, Ma. Magdalena
Loenzo Méndez, Marina Díaz Mirón
Rodríguez, Manuel Jesús Macossay Ramos, entre otros, que a 53 años de esos
hechos y que se mantienen afortunadamente con vida, no me dejarán mentir.
Destacó
lo anterior porque Sebastián “Tano” Rodríguez fue uno de los integrantes de
aquel grupo de estudiantes sobresalientes del “Instituto” desde temprana edad.
De
manera que volvernos a ver las caras en un aula escolar, 3 años después, era
toda una experiencia y un reto a las capacidades de los jovencitos más
destacados.
Tengo
que señalar que cuando Tano pisa por primera vez la Universidad, su señor padre
el reconocido y bien recordado médico pionero de la Isla el Dr. Sebastián
Rodríguez Ramos era el rector de la Universidad y su tío el Químico Arturo
Rodríguez Ramos era justamente el Director de la escuela preparatoria.
Digo
todo esto, porque aplicarle la novatada a Tano (que consistía en rapar a los
nuevos) como estudiante de 1er año de preparatoria, presumía un riesgo escolar
para nosotros porque evidentemente estaba “blindado” contra lo que ahora se
conoce como bullying.
Así
las cosas, todos o casi todos, andábamos pelones excepto Tano a quien nadie
quería tuzar por evidente razones, pero la presión entre nosotros crecía y
también la molestia entre los estudiantes mayores de 2do y 3er año que nos tildaban
de miedosos y blandengues, todo junto en una sola palabra que en plural tiene 5
letras.
Finalmente
algún domingo por la tarde como era la costumbre, nos íbamos a los cines para
ver las películas de moda y luego ir a dar vueltas al parque principal a 2
cuadras de los cines de aquellos años, por lo tanto Tano debía de aparecer en
algún momento para ingresar al cine Rivas Paoli y ahí lo emboscaríamos.
Ocurrió
lo esperado y Tano quitado de la pena aparece en escena se dirige a comprar sus
entradas para luego proceder a ingresar a la sala del cine, esto pasaba ante
nosotros como en cámara lenta porque nadie se animaba a abordarlo y recortarle
el cabello de tal forma que lo obligara a raparse, a punto de ingresar al cine
y de perdernos esa oportunidad, les digo a los hermanos De la Garza (Raúl y
Jorge Daniel ya desaparecidos también)denme las tijeras vamos por él, ustedes
lo detienen y yo lo corto, uniendo las
palabras a los hechos lo alcanzó y le digo “a ver Patito se te acabó la suerte”,
y ahí estábamos 5 o 6 de la palomilla que luego seríamos inseparables, con las
rodillas temblorosas pensando en las consecuencias de esa rapada.
Nos
tranquilizó el impensable hecho que cuando alcanzamos a Tano para raparlo su
respuesta fue inmediata, ¿Por qué tardaron tanto? Muy tranquilo se dejó cortar
el cabello, lo dejamos como tiñoso, sacó una gorrita de estambre de la bolsa de
su pantalón, se la puso y entró campante al cine, al día siguiente que era
lunes llegó con su deslumbrante pelona a sumarse a todos los que ya estábamos
“colises”
A
partir de ahí supimos que a pesar de las diferencias de clases sociales,
Sebastián sería uno más de nosotros en las duras y las maduras, como lo fue el
resto de su vida.
Tano
era uno de los afortunados jóvenes que llevaba su propio carro a la
Universidad, era un safari VW color crema, que se volvió el vehículo oficial
del salón de clases.
En
ese carrito nos trasladábamos toda la palomilla, lo mismo a las playas, que a
las canchas, la escuela, las fiestas, los bailes, etc. Para que ello fuera
posible y pudiesen entrar 10 o 9 integrantes de la palomilla, era necesario
quitarle la lona y la estructura que le servía de techo y amontonarnos todos en
ese carrito, en el cual por cierto, varios de nosotros aprendimos a manejar.
Es
inolvidable cierta noche de diciembre que todos muy elegantes íbamos amontonados
como siempre, a uno de los bailes que se organizaban por esas fechas en El
Casino del Mar, lamentablemente una lluvia arruinó nuestros planes dejándonos
impresentables y mojados de la cabeza a los zapatos. Decidimos por tanto,
seguir paseando bajo la lluvia renunciando asistir al baile, hasta que a uno de
nosotros se le ocurrió pasar cerca de algunos conocidos que se bajaban de los
camiones intentando llegar a salvo al Casino, y acelerando junto a la acera le
dábamos un buen baño con las olas de los charcos que se formaban, nos pasamos
el resto de la noche muertos de risa mojando a los incautos que se ponían a
nuestro alcance.
En
el “safari” nos íbamos a “Beirut” el pequeño racho en la ribera del Golfo de
México en la isla del Carmen y que era
propiedad de la familia de Sebastián. Allá jugábamos cascaritas de
futbol, nadábamos, asábamos carnes, tomábamos vodka con coco, tocábamos
guitarra, hacíamos fogatas en las noches y dormíamos a luz de las estrellas en
ese pequeño paraíso que Tano compartía con nosotros.
Por
la rama materna Tano tenía sangre libanesa, quizá de ahí heredaba lo mismo que
sus hermanas, unos ojos oscuros, grandes y expresivos, que ya siendo adulto le
daban una personalidad enigmática y de mucho atractivo entre sus compañeras
pasantes de medicina en el Hospital Manuel Campos de Campeche, donde hizo su
servicio social.
Tano
estudió medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara, mientras nosotros
tomábamos otros rumbos a estudiar lo que nuestras vocaciones nos dictaban,
algunos a Yucatán, Veracruz, Puebla, México, Nuevo León, etc. En esas
universidades se prepararon los profesionistas de la generación a la que
pertenezco, médicos, dentistas, ingenieros, contadores, abogados, arquitectos,
físicos, químicos, administradores, matemáticos, etc. que en su mayoría como Tano regresaron a
nuestra islita a servirle a su comunidad.
Justamente
ya como médico ginecólogo, Tano se ganó una envidiable reputación de excelente,
eran conocidos sus acertados diagnósticos, sus puntuales y exitosas cirugías,
el excelente trato lleno de calidez y humanidad para todos sus pacientes en la
medicina pública o privada, recuerdo que una de las últimas veces que hablamos
por teléfono, me decía que necesitaba operar otra vez, para poder reponerse de
aquel infarto que lo había puesto al borde de la muerte, de donde lo sacó una
operación a corazón abierto.
Chato
si no opero de nuevo me voy a deprimir, me decía, ello porque por prescripción
de sus cardiólogos y la condición de su corazón, le habían suspendido su
participación en quirófanos.
Llevó
más de 2500 cirugías en mi vida, me contaba sin ningún tipo de alarde y con la
mayor modestia, simplemente para justificar su pasión por salvar vidas y
aminorar los dolores de sus pacientes, la mayoría mujeres. Hoy día hay una
nueva generación de carmelitas que llegaron al mundo gracias a las atinadas
atenciones que el Dr. Sebastián Rodríguez Kuri les prodigó a sus pacientes
mujeres de todos los estratos sociales de la isla.
Hablar
del Doctor Rodríguez Kuri era sinónimo de admiración, gratitud y orgullo para
cualquier carmelita bien nacido, sus amigos, los familiares de sus amigos e
infinidad de paisanos, recurrimos a él por cualquier molestia en la salud y
Tano te auscultaba, te interrogaba, te decía alguna broma (tienes 5 semanas de
embarazo, mañana te interno para cesárea, vas a tener parto gemelar, etc.) o te recetaba algo infalible, si lo tenía en
su consultorio te lo daba de manera gratuita o te inyectaba de una vez.
Este
buen hombre supo de la satisfacción y la alegría de la paternidad, al ser padre
de 3 jóvenes carmelitas, que justamente son contemporáneas de mis 3 hijos
varones, por lo que las bromas en el sentido que estaba trabajando para mí, no
se hacían esperar; tuvo también la enorme satisfacción de ser abuelo, como lo
soy yo, y hablamos por teléfono de como nos cambia la vida abrazar a los hijos
de nuestros hijos.
Con
Tano mi vida de adolescente vivió infinidad de experiencias que son motivo de
gratitud eterna, dormí, comí, estudié en su casa incontables veces, me puse su
ropa en momentos que no tenía tiempo de ir a la mía para ir a los exámenes,
cuando nos desvelábamos en su casa estudiando.
Nos
prestaba sacos, corbatas, mancuernillas, etc. cuando debíamos ir entacuchados a
alguna solemne reunión, como en los festejos de los XV años de sus hermanas.
Mi
querido amigo sufrió la pérdida de su hermana menor Sara a muy temprana edad,
después la partida de su madre la generosa señora llamada Carmen y algunos años
después le tocó ver el viaje eterno de su padre que era su ejemplo como médico
y como consejero, un amigo en el que confiaba a ojos cerrados y por añadidura,
amigo de los amigos de su hijo.
Quiero
pensar que Tano está al lado de sus padres, su hermana y todos aquellos amigos
mutuos que se nos han ido adelantando.
Su
ciclo vital entre nosotros llegó a su fin por esas decisiones inescrutables de
la vida o de “allá arriba” como le llamo yo, lo cierto es, que a últimas fechas
vivía una etapa muy feliz a lado de los amigos que se reunían cotidianamente y
que cambiaron los cafés por las cervezas y wiskis.
Constantemente
recibía llamadas telefónicas de Fico Pou, Mario Solache entre otros, contándome
las anécdotas del día.
Fico
me contaba que comiendo en “Pampas” le hicieron creer a los meseros que era
cumpleaños de Quique Santos “El Pollo” y que cuando menos lo esperaba, le
pusieron el sombrerote de peluche y le cantaron las mañanitas en portugués como
es costumbre en esa franquicia, entre las carcajadas de Tano, Mario, Fico,
Juanjo y demás palomilla.
Esos
momentos de alegría y convivencia, oxigenaban la vida de mi amigo ausente,
porque desde temprano se dedicaba a dar consultas, en el Hospital o en los
consultorios SIMIS, el caso era ayudar a la mayor cantidad de gente posible,
porque Sebastián ya era jubilado del ISSSSTE.
Mi
amigo partió sin que pudiéramos despedirnos, sin ponernos al día él y yo, por
ese nivel de intimidad y confianza que
llegamos a tener, ambos suponíamos que antes que nos llegara la hora
volveríamos a vernos, pero no ocurrió así lamentablemente.
El
lunes 20 de mayo los amigos esperaban a Tano, como todas la noches a las 9 en
el café, a las 9 y media no había llegado y le empezaron a llamar, no contestó,
Tano ya había emprendido repentinamente su último viaje.
Mientras
la noticia empezaba a correr, yo recordaba como en una película años y años de
amistad insustituible, de experiencias de vida que te hermanan con tu alma
gemela, desde jovencitos que creíamos que todo lo podíamos, hasta la sabiduría
de ser abuelos. Con Tano no se va solo un excelente médico carmelita, se va un
ser humano que venció sus debilidades, que le plantó cara con valentía a su
destino y lo vencía día tras día, Que fue el pilar de una familia, un leal e
insustituible amigo, el mejor hermano,
el mejor hijo, el mejor padre, el mejor abuelo, la mejor persona que he
conocido, que siempre fue ejemplo de bondad y desprendimiento, hoy muchos somos
sus deudos, por haber sido una persona que dejó mejor el mundo de lo que se lo
entregaron.
Quiera
Dios que estás líneas de duelo y coraje alcance a leerlas y sepa de mi enorme
gratitud y mi cariño fraternal eterno.
Tano
querido, no sé cuándo pero en algún momento les alcanzo y nos ponemos al día,
salúdame a Cucho, a Kalimán, a Coqui, a Julio Quej, Potoyo, dale un enorme beso
a Doña Carmen y a Sarita, mi abrazo cariñoso al Dr. Sebastián y al tío Arturo,
ya ves como la palomilla de “Beirut” se anda juntando en el otro barrio.
De
momento te quedas en los recuerdos y en la obstinada memoria que se niega a
olvidar tu vida entre nosotros.
¡¡Hasta
siempre querido amigo!!
F.
Justiniano. F.
Caribe
Mexicano.
Mayo
de 2019.
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