jueves, 25 de julio de 2019

César Augusto Sebastián Rodríguez Kuri




César Augusto Sebastián Rodríguez Kuri.
Tano.
(In Memoriam)


Recuerdo como si fuera ayer mi primer encuentro con “Tano”, por aquellos días terminaba su ciclo de estudios en el “Instituto del Carmen” que solo tenía como máxima enseñanza la instrucción de la educación secundaria, de manera que para continuar con la preparatoria, era necesario inscribirse a la Universidad del Carmen, que en esa época era la única posibilidad de llevar ese nivel educativo.
Evidentemente Sebastián no era el único estudiante del “Instituto” que ingresaría a la Universidad, junto con él otro puñado de jóvenes carmelitas, cuyas familias estaban en condiciones de pagar la educación privada de sus hijos en aquel prestigioso centro educativo, se sumaban y se mezclaban con todos nosotros que éramos producto de las escuelas públicas desde el kínder y que de manera natural implicaba un reto en el aprovechamiento académico de cada uno de los nuevos preparatorianos.
Años atrás la única radiodifusora que existía por aquellos años, la XEIT propiedad de la familia Boeta, había patrocinado un concurso entre los sextos años de todas las escuelas primarias de la isla.
Aquel programa se llamó “Estudiar es primero” y se presentaba de  manera semanal transmitiéndose el concurso en vivo por la radio, por lo que todas las familias isleñas no se despegaban de sus equipos radiofónicos los días del concurso para conocer el resultado del mismo.
Los nombres de las escuelas que aún recuerdo eran: el “Colegio Victoria” una escuela privada para niñas, el “Instituto del Carmen” colegio privado para varones y las escuelas públicas mixtas, “Héctor Pérez Martínez”, “López Hernández” “María Pacheco Blanco”, “Pablo García” “Año de la Patria” y “Juan Bautista Caldera”  mejor conocida como “La Central”
La final de ese extraordinario y motivador concurso de conocimientos infantiles, fue entre el afamado Instituto del Carmen y la Escuela Central, resultando vencedora la escuela “Central” y me place decirlo porque formé parte de aquel grupo de niños de sexto año que representamos la escuela Central, algunos nombres de mi equipo que aún mantengo en la memoria son, Ma. Magdalena Loenzo  Méndez, Marina Díaz Mirón Rodríguez, Manuel Jesús Macossay Ramos, entre otros, que a 53 años de esos hechos y que se mantienen afortunadamente con vida, no me dejarán mentir.
Destacó lo anterior porque Sebastián “Tano” Rodríguez fue uno de los integrantes de aquel grupo de estudiantes sobresalientes del “Instituto” desde temprana edad.
De manera que volvernos a ver las caras en un aula escolar, 3 años después, era toda una experiencia y un reto a las capacidades de los jovencitos más destacados.
Tengo que señalar que cuando Tano pisa por primera vez la Universidad, su señor padre el reconocido y bien recordado médico pionero de la Isla el Dr. Sebastián Rodríguez Ramos era el rector de la Universidad y su tío el Químico Arturo Rodríguez Ramos era justamente el Director de la escuela preparatoria.
Digo todo esto, porque aplicarle la novatada a Tano (que consistía en rapar a los nuevos) como estudiante de 1er año de preparatoria, presumía un riesgo escolar para nosotros porque evidentemente estaba “blindado” contra lo que ahora se conoce como bullying.
Así las cosas, todos o casi todos, andábamos pelones excepto Tano a quien nadie quería tuzar por evidente razones, pero la presión entre nosotros crecía y también la molestia entre los estudiantes mayores de 2do y 3er año que nos tildaban de miedosos y blandengues, todo junto en una sola palabra que en plural tiene 5 letras.
Finalmente algún domingo por la tarde como era la costumbre, nos íbamos a los cines para ver las películas de moda y luego ir a dar vueltas al parque principal a 2 cuadras de los cines de aquellos años, por lo tanto Tano debía de aparecer en algún momento para ingresar al cine Rivas Paoli y ahí lo emboscaríamos.
Ocurrió lo esperado y Tano quitado de la pena aparece en escena se dirige a comprar sus entradas para luego proceder a ingresar a la sala del cine, esto pasaba ante nosotros como en cámara lenta porque nadie se animaba a abordarlo y recortarle el cabello de tal forma que lo obligara a raparse, a punto de ingresar al cine y de perdernos esa oportunidad, les digo a los hermanos De la Garza (Raúl y Jorge Daniel ya desaparecidos también)denme las tijeras vamos por él, ustedes lo detienen  y yo lo corto, uniendo las palabras a los hechos lo alcanzó y le digo “a ver Patito se te acabó la suerte”, y ahí estábamos 5 o 6 de la palomilla que luego seríamos inseparables, con las rodillas temblorosas pensando en las consecuencias de esa rapada.
Nos tranquilizó el impensable hecho que cuando alcanzamos a Tano para raparlo su respuesta fue inmediata, ¿Por qué tardaron tanto? Muy tranquilo se dejó cortar el cabello, lo dejamos como tiñoso, sacó una gorrita de estambre de la bolsa de su pantalón, se la puso y entró campante al cine, al día siguiente que era lunes llegó con su deslumbrante pelona a sumarse a todos los que ya estábamos “colises”
A partir de ahí supimos que a pesar de las diferencias de clases sociales, Sebastián sería uno más de nosotros en las duras y las maduras, como lo fue el resto de su vida.
Tano era uno de los afortunados jóvenes que llevaba su propio carro a la Universidad, era un safari VW color crema, que se volvió el vehículo oficial del salón de clases.
En ese carrito nos trasladábamos toda la palomilla, lo mismo a las playas, que a las canchas, la escuela, las fiestas, los bailes, etc. Para que ello fuera posible y pudiesen entrar 10 o 9 integrantes de la palomilla, era necesario quitarle la lona y la estructura que le servía de techo y amontonarnos todos en ese carrito, en el cual por cierto, varios de nosotros aprendimos a manejar.
Es inolvidable cierta noche de diciembre que todos muy elegantes íbamos amontonados como siempre, a uno de los bailes que se organizaban por esas fechas en El Casino del Mar, lamentablemente una lluvia arruinó nuestros planes dejándonos impresentables y mojados de la cabeza a los zapatos. Decidimos por tanto, seguir paseando bajo la lluvia renunciando asistir al baile, hasta que a uno de nosotros se le ocurrió pasar cerca de algunos conocidos que se bajaban de los camiones intentando llegar a salvo al Casino, y acelerando junto a la acera le dábamos un buen baño con las olas de los charcos que se formaban, nos pasamos el resto de la noche muertos de risa mojando a los incautos que se ponían a nuestro alcance.
En el “safari” nos íbamos a “Beirut” el pequeño racho en la ribera del Golfo de México en la isla del Carmen y que era  propiedad de la familia de Sebastián. Allá jugábamos cascaritas de futbol, nadábamos, asábamos carnes, tomábamos vodka con coco, tocábamos guitarra, hacíamos fogatas en las noches y dormíamos a luz de las estrellas en ese pequeño paraíso que Tano compartía con nosotros.
Por la rama materna Tano tenía sangre libanesa, quizá de ahí heredaba lo mismo que sus hermanas, unos ojos oscuros, grandes y expresivos, que ya siendo adulto le daban una personalidad enigmática y de mucho atractivo entre sus compañeras pasantes de medicina en el Hospital Manuel Campos de Campeche, donde hizo su servicio social.
Tano estudió medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara, mientras nosotros tomábamos otros rumbos a estudiar lo que nuestras vocaciones nos dictaban, algunos a Yucatán, Veracruz, Puebla, México, Nuevo León, etc. En esas universidades se prepararon los profesionistas de la generación a la que pertenezco, médicos, dentistas, ingenieros, contadores, abogados, arquitectos, físicos, químicos, administradores, matemáticos,  etc. que en su mayoría como Tano regresaron a nuestra islita a servirle a su comunidad.
Justamente ya como médico ginecólogo, Tano se ganó una envidiable reputación de excelente, eran conocidos sus acertados diagnósticos, sus puntuales y exitosas cirugías, el excelente trato lleno de calidez y humanidad para todos sus pacientes en la medicina pública o privada, recuerdo que una de las últimas veces que hablamos por teléfono, me decía que necesitaba operar otra vez, para poder reponerse de aquel infarto que lo había puesto al borde de la muerte, de donde lo sacó una operación a corazón abierto.
Chato si no opero de nuevo me voy a deprimir, me decía, ello porque por prescripción de sus cardiólogos y la condición de su corazón, le habían suspendido su participación en quirófanos.
Llevó más de 2500 cirugías en mi vida, me contaba sin ningún tipo de alarde y con la mayor modestia, simplemente para justificar su pasión por salvar vidas y aminorar los dolores de sus pacientes, la mayoría mujeres. Hoy día hay una nueva generación de carmelitas que llegaron al mundo gracias a las atinadas atenciones que el Dr. Sebastián Rodríguez Kuri les prodigó a sus pacientes mujeres de todos los estratos sociales de la isla.
Hablar del Doctor Rodríguez Kuri era sinónimo de admiración, gratitud y orgullo para cualquier carmelita bien nacido, sus amigos, los familiares de sus amigos e infinidad de paisanos, recurrimos a él por cualquier molestia en la salud y Tano te auscultaba, te interrogaba, te decía alguna broma (tienes 5 semanas de embarazo, mañana te interno para cesárea, vas a tener parto gemelar, etc.)  o te recetaba algo infalible, si lo tenía en su consultorio te lo daba de manera gratuita o te inyectaba de una vez.
Este buen hombre supo de la satisfacción y la alegría de la paternidad, al ser padre de 3 jóvenes carmelitas, que justamente son contemporáneas de mis 3 hijos varones, por lo que las bromas en el sentido que estaba trabajando para mí, no se hacían esperar; tuvo también la enorme satisfacción de ser abuelo, como lo soy yo, y hablamos por teléfono de como nos cambia la vida abrazar a los hijos de nuestros hijos.
Con Tano mi vida de adolescente vivió infinidad de experiencias que son motivo de gratitud eterna, dormí, comí, estudié en su casa incontables veces, me puse su ropa en momentos que no tenía tiempo de ir a la mía para ir a los exámenes, cuando nos desvelábamos en su casa estudiando.
Nos prestaba sacos, corbatas, mancuernillas, etc. cuando debíamos ir entacuchados a alguna solemne reunión, como en los festejos de los XV años de sus hermanas.
Mi querido amigo sufrió la pérdida de su hermana menor Sara a muy temprana edad, después la partida de su madre la generosa señora llamada Carmen y algunos años después le tocó ver el viaje eterno de su padre que era su ejemplo como médico y como consejero, un amigo en el que confiaba a ojos cerrados y por añadidura, amigo de los amigos de su hijo.
Quiero pensar que Tano está al lado de sus padres, su hermana y todos aquellos amigos mutuos que se nos han ido adelantando.
Su ciclo vital entre nosotros llegó a su fin por esas decisiones inescrutables de la vida o de “allá arriba” como le llamo yo, lo cierto es, que a últimas fechas vivía una etapa muy feliz a lado de los amigos que se reunían cotidianamente y que cambiaron los cafés por las cervezas y wiskis.
Constantemente recibía llamadas telefónicas de Fico Pou, Mario Solache entre otros, contándome las anécdotas del día.
Fico me contaba que comiendo en “Pampas” le hicieron creer a los meseros que era cumpleaños de Quique Santos “El Pollo” y que cuando menos lo esperaba, le pusieron el sombrerote de peluche y le cantaron las mañanitas en portugués como es costumbre en esa franquicia, entre las carcajadas de Tano, Mario, Fico, Juanjo y demás palomilla.
Esos momentos de alegría y convivencia, oxigenaban la vida de mi amigo ausente, porque desde temprano se dedicaba a dar consultas, en el Hospital o en los consultorios SIMIS, el caso era ayudar a la mayor cantidad de gente posible, porque Sebastián ya era jubilado del ISSSSTE.
Mi amigo partió sin que pudiéramos despedirnos, sin ponernos al día él y yo, por ese nivel de intimidad y  confianza que llegamos a tener, ambos suponíamos que antes que nos llegara la hora volveríamos a vernos, pero no ocurrió así lamentablemente.
El lunes 20 de mayo los amigos esperaban a Tano, como todas la noches a las 9 en el café, a las 9 y media no había llegado y le empezaron a llamar, no contestó, Tano ya había emprendido repentinamente su último viaje.
Mientras la noticia empezaba a correr, yo recordaba como en una película años y años de amistad insustituible, de experiencias de vida que te hermanan con tu alma gemela, desde jovencitos que creíamos que todo lo podíamos, hasta la sabiduría de ser abuelos. Con Tano no se va solo un excelente médico carmelita, se va un ser humano que venció sus debilidades, que le plantó cara con valentía a su destino y lo vencía día tras día, Que fue el pilar de una familia, un leal e insustituible amigo, el mejor hermano,  el mejor hijo, el mejor padre, el mejor abuelo, la mejor persona que he conocido, que siempre fue ejemplo de bondad y desprendimiento, hoy muchos somos sus deudos, por haber sido una persona que dejó mejor el mundo de lo que se lo entregaron.
Quiera Dios que estás líneas de duelo y coraje alcance a leerlas y sepa de mi enorme gratitud y mi cariño fraternal eterno.
Tano querido, no sé cuándo pero en algún momento les alcanzo y nos ponemos al día, salúdame a Cucho, a Kalimán, a Coqui, a Julio Quej, Potoyo, dale un enorme beso a Doña Carmen y a Sarita, mi abrazo cariñoso al Dr. Sebastián y al tío Arturo, ya ves como la palomilla de “Beirut” se anda juntando en el otro barrio.
De momento te quedas en los recuerdos y en la obstinada memoria que se niega a olvidar tu vida entre nosotros.

¡¡Hasta siempre querido amigo!!

F. Justiniano. F.
Caribe Mexicano.
Mayo de 2019.
 

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