Democracia.
Es
la mexicana la más cara de las democracias de nuestro continente, montañas de
dinero público son destinados a esa actividad que siempre arroja los resultados
más inciertos.
Desde
siempre son conocidos los escándalos en tiempos electorales de apertura tardía
de las casillas, robo de urnas, alteraciones de las actas de escrutinio, acciones
provocadoras para cancelar urnas a conveniencia, suplantación de personas,
carrusel del voto, compra del mismo, embarazo de las urnas etc. son sólo unos ejemplos
a la mano de la larga lista de irregularidades que elección tras elección
escuchamos; sin soslayar el dinero extraoficial que discurre antes, durante y
posterior a los procesos electorales, todo ello ante la falta de controles eficientes
que permitan identificar los orígenes de esos recursos y su cuantía a fin de
proceder en consecuencia.
El
Instituto Nacional Electoral es una entelequia que no ha demostrado que sirve
de verdadero órgano organizador y rector de nuestras elecciones, es extraordinariamente
oneroso para los mexicanos, burocráticamente obeso, su autonomía ha sido
sistemáticamente cuestionada, se han empoderado sus muy bien pagados consejeros
pero no los ciudadanos a quienes deben de proteger de intereses ajenos a los
propios ciudadanos y por ende al país.
Recientemente
se pudo comprobar los millones de pesos no declarados como parte de las
erogaciones oficiales del PRI y que fueron dispersados por BANCOMER para pagar recompensas
extraordinarias que permitieron la trampa en las elecciones federales 2012. Y
no hablamos de cifras menores, el caso denunciado e investigado arrojó como
manejo irregular 1300 millones de pesos erogados durante ese año electoral,
Información
que curiosamente durante 4 años un banco extranjero como lo es el BBVA
Bancomer, se negó a entregar a una institución oficial mexicana que le requirió
dicha información, Vaya que fue tolerante y paciente Don Lorenzo Córdova en
este caso, cuyas sanciones ya no podrían ser reflejadas en los candidatos
vencedores de esas fechas.
Aún
más, en el año próximo pasado se destapó la cloaca de varios ex gobernadores,
de cuyas arcas estatales fluyó dinero público a la campaña presidencial del
2012, pero también a la de los relevos estatales, destacando los estados de Chihuahua,
Veracruz y Quintana Roo.
Tan
sólo en el caso de Quintana Roo, el actual ejecutivo del estado tuvo en su
poder diversos recibos originales que
sumaban de forma global 250 millones de pesos, con los que Roberto Borge vía
Eliezer Villanueva le entregaron esa suma al candidato oficial del PRI Mauricio
Góngora Escalante, para las labores de proselitismo en aquella campaña que ganó
la coalición PAN/PRD
Esta
documentación sirvió en su momento para que Agustín Basave y Ricardo Anaya
presentaran las denuncias penales correspondientes, de las que curiosamente el
TRIFE no ha expresado avances o conclusiones del caso.
Mención
aparte la merece el caso de Chihuahua cuyo gobernador Javier Corral, tiene en
picota a su antecesor César Duarte actualmente prófugo de la justicia de aquel
estado por los millones de pesos desviados a favor de la causa priista,
manteniendo una pública disputa con el mismo presidente de la república, a
quien acusa de castigarlo reduciéndole las participaciones federales
correspondientes.
Sumémosle
a estos descarados hechos las estratosféricas sumas de la “Estafa Maestra” en
donde el gobierno federal presuntamente obtuvo dinero público de manera ilícita
para beneficios metaconstitucionales y financiamientos irregulares al PRI.
Es
este poderoso juego de intereses partidistas y económicos lo que en realidad se
pone en riesgo elección tras elección, lo último que importa es el ciudadano y
el proyecto de nación que nos merecemos como sociedad.
Los
partidos políticos voraces y totalitarios, han impedido que los verdaderos
ciudadanos accedan a las candidaturas independientes, que en todo caso plantean
requisitos a conveniencia de los propios partidos, que hacen todo por evitar
que los ciudadanos lleguen sin partido a las elecciones.
Ello
ha propiciado que sean ciudadanos que resentidos con sus partidos quienes sean
proclives a obtener ese tipo de candidaturas, ello en función de los intereses
persistentes que subyacen mas allá de los que los ciudadanos comunes y
corrientes consiguen dilucidar.
La
trampa partidista incluye los criticados legisladores plurinominales, que sin
ser insaculados terminan manejando cotos de poder encabezando sus respectivas
bancadas en el senado y en la cámara de diputados.
Y
es a partir de ahí donde se deciden el
rumbo final de los recursos federales, se cocinan la aprobación, derogación o
modificación de las leyes incomodas, se protege a los cómplices con el fuero
que de manera natural e inicua les otorgan esos cargos, se cocinan las
diferentes candidaturas en juego y se preparan los relevos de la clase políticos
de manera hemática, esto es que son sus propios consanguíneos los que ocupan o se postulan parad
presidencias municipales, gubernaturas, diputaciones y senadurías.
Demasiado
lo que se pone en juego como para permitir que ciudadanos como usted y como yo,
accedamos a esos niveles celestiales e intentemos corregir el rumbo de esas
actividades y ciudadanizar el verdadero sentido del ejercicio político en
beneficio colectivo.
Mientras
la cúpula del poder insista a mantenerse refractario a las exigencias
ciudadanas, jamás se cumplirá el principio sustantivo concebido hace casi 200
años por hombres de la talla de Abraham Lincoln de un gobierno del pueblo, por
el pueblo y para el pueblo.
FJ/2018
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