miércoles, 17 de enero de 2018

Democracia.



Democracia.

Es la mexicana la más cara de las democracias de nuestro continente, montañas de dinero público son destinados a esa actividad que siempre arroja los resultados más inciertos.
Desde siempre son conocidos los escándalos en tiempos electorales de apertura tardía de las casillas, robo de urnas, alteraciones de las actas de escrutinio, acciones provocadoras para cancelar urnas a conveniencia, suplantación de personas, carrusel del voto, compra del mismo, embarazo de las urnas etc. son sólo unos ejemplos a la mano de la larga lista de irregularidades que elección tras elección escuchamos; sin soslayar el dinero extraoficial que discurre antes, durante y posterior a los procesos electorales, todo ello ante la falta de controles eficientes que permitan identificar los orígenes de esos recursos y su cuantía a fin de proceder en consecuencia.
El Instituto Nacional Electoral es una entelequia que no ha demostrado que sirve de verdadero órgano organizador y rector de nuestras elecciones, es extraordinariamente oneroso para los mexicanos, burocráticamente obeso, su autonomía ha sido sistemáticamente cuestionada, se han empoderado sus muy bien pagados consejeros pero no los ciudadanos a quienes deben de proteger de intereses ajenos a los propios ciudadanos y por ende al país.
Recientemente se pudo comprobar los millones de pesos no declarados como parte de las erogaciones oficiales del PRI y que fueron dispersados  por BANCOMER para pagar recompensas extraordinarias que permitieron la trampa en las elecciones federales 2012. Y no hablamos de cifras menores, el caso denunciado e investigado arrojó como manejo irregular 1300 millones de pesos erogados durante ese año electoral,
Información que curiosamente durante 4 años un banco extranjero como lo es el BBVA Bancomer, se negó a entregar a una institución oficial mexicana que le requirió dicha información, Vaya que fue tolerante y paciente Don Lorenzo Córdova en este caso, cuyas sanciones ya no podrían ser reflejadas en los candidatos vencedores de esas fechas.  
Aún más, en el año próximo pasado se destapó la cloaca de varios ex gobernadores, de cuyas arcas estatales fluyó dinero público a la campaña presidencial del 2012, pero también a la de los relevos estatales, destacando los estados de Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo.
Tan sólo en el caso de Quintana Roo, el actual ejecutivo del estado tuvo en su poder diversos  recibos originales que sumaban de forma global 250 millones de pesos, con los que Roberto Borge vía Eliezer Villanueva le entregaron esa suma al candidato oficial del PRI Mauricio Góngora Escalante, para las labores de proselitismo en aquella campaña que ganó la coalición PAN/PRD
Esta documentación sirvió en su momento para que Agustín Basave y Ricardo Anaya presentaran las denuncias penales correspondientes, de las que curiosamente el TRIFE no ha expresado avances o conclusiones del caso.
Mención aparte la merece el caso de Chihuahua cuyo gobernador Javier Corral, tiene en picota a su antecesor César Duarte actualmente prófugo de la justicia de aquel estado por los millones de pesos desviados a favor de la causa priista, manteniendo una pública disputa con el mismo presidente de la república, a quien acusa de castigarlo reduciéndole las participaciones federales correspondientes.
Sumémosle a estos descarados hechos las estratosféricas sumas de la “Estafa Maestra” en donde el gobierno federal presuntamente obtuvo dinero público de manera ilícita para beneficios metaconstitucionales y financiamientos irregulares al PRI.
Es este poderoso juego de intereses partidistas y económicos lo que en realidad se pone en riesgo elección tras elección, lo último que importa es el ciudadano y el proyecto de nación que nos merecemos como sociedad.
Los partidos políticos voraces y totalitarios, han impedido que los verdaderos ciudadanos accedan a las candidaturas independientes, que en todo caso plantean requisitos a conveniencia de los propios partidos, que hacen todo por evitar que los ciudadanos lleguen sin partido a las elecciones.
Ello ha propiciado que sean ciudadanos que resentidos con sus partidos quienes sean proclives a obtener ese tipo de candidaturas, ello en función de los intereses persistentes que subyacen mas allá de los que los ciudadanos comunes y corrientes consiguen dilucidar.
La trampa partidista incluye los criticados legisladores plurinominales, que sin ser insaculados terminan manejando cotos de poder encabezando sus respectivas bancadas en el senado y en la cámara de diputados.
Y es a partir de ahí donde se deciden  el rumbo final de los recursos federales, se cocinan la aprobación, derogación o modificación de las leyes incomodas, se protege a los cómplices con el fuero que de manera natural e inicua les otorgan esos cargos, se cocinan las diferentes candidaturas en juego y se preparan los relevos de la clase políticos de manera hemática, esto es que son sus propios consanguíneos  los que ocupan o se postulan parad presidencias municipales, gubernaturas, diputaciones y senadurías.
Demasiado lo que se pone en juego como para permitir que ciudadanos como usted y como yo, accedamos a esos niveles celestiales e intentemos corregir el rumbo de esas actividades y ciudadanizar el verdadero sentido del ejercicio político en beneficio colectivo.
Mientras la cúpula del poder insista a mantenerse refractario a las exigencias ciudadanas, jamás se cumplirá el principio sustantivo concebido hace casi 200 años por hombres de la talla de Abraham Lincoln de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.


FJ/2018

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