Remberlandia.
Por
enésima vez la violencia hace presa de las calles de Cancún con la mayor
facilidad y la despreciable impunidad acostumbrada; la mañana de hoy en el
fraccionamiento Villas del Mar Plus ubicado cerca del nuevo hospital Kumate,
específicamente en la región 239 manzana 28 calle alcatraces, fueron asesinadas
dos mujeres y en esos trágicos momentos, los vecinos hablaban de que los
asesinos podrían haberse llevado a una menor.
Hace
apenas unos días un grupo armado disparaba a mansalva el interior de un
restaurant bar en la avenida Leona Vicario, le quitaba la vida a tres personas
y dejaba heridas a por lo menos doce mas; momentos antes en otra zona de la
ciudad otros dos transeúntes eran baleados y llevados gravemente heridos a la
Cruz Roja.
La
nota roja de Cancún da para muchas historias de esta naturaleza, los
delincuentes lo mismo abandonan en las calles cuerpos decapitados y cabezas humanas
desolladas, que los dejan dentro de sus automóviles en cualquier parte de la
ciudad.
Sabemos
de ejecuciones sumarias de taxistas, meseros, abogados, policías, agentes
ministeriales, empresarios, maestros, enfermeros, en fin, los sicarios no hacen
distingos de clases sociales, de género ni de edad; aún más, la exhibición de
las llamadas narcomantas con amenazas expresas y acusaciones sobre los mandos
policiacos municipales y estatales, también son comunes en este polo turístico.
A
lo largo de varias administraciones municipales los ciudadanos hemos visto el
inexorable avance de la violencia en las calles ligado íntimamente a las actividades
que se desprenden del rentable negocio del narcomenudeo.
La
ubicuidad de los grupos delincuenciales es patente, sus violentas acciones lo
mismo ocurren en la zona turística, que en el corazón de la ciudad, zonas
residenciales, o en las regiones populares e incluso la zona continental de
Isla Mujeres.
Siempre
adelante de los cuerpos policiacos, de los que se hablan han sido infiltrados
por el enorme poder corruptor del dinero ilícito, el ciudadano de Cancún está a merced de lo
fortuito, del azar, de la casualidad para no engrosar el índice de las
causalidades de estas sangrientas estadísticas.
El
eterno remedio han sido las declaraciones de los presidentes municipales
relativas al incremento de inversión en renta de patrullas, adquisiciones de
armamento, uniformes y diferentes equipos policiacos, como si solo de más
patrullas se tratara, más allá del mal uso que puedan llegar hacer los elementos
y los mandos de las corporaciones con sus equipos.
A
eso habría que añadir el desdén hacia los exámenes de control de confianza que
no se aplican con el rigor necesario, ni se toman las medidas disciplinarias a
quienes lo reprueban.
Esperar
resultados diferentes tomando las mismas decisiones es un absurdo, un absurdo
que puede agravar la situación en toda la geografía estatal.
No
se sabe de acciones o programas que tengan que ver con inteligencia o
infiltración a las células delictivas, se desconoce también si existe
coordinación con las autoridades que tienen a su cargo la seguridad del país
como prioridad, en fin tampoco estamos en posibilidad de evaluar los comités
vecinales de vigilancia, porque desconocemos su existencia, tampoco sabemos de
la posibilidad de patrullajes aéreos por drones, algo muy común en otras
ciudades cosmopolitas como Cancún y de la misma importancia estratégica; por todo ello estaríamos ante una realidad
estremecedora, los cuerpos policiacos actúan de acuerdo a lo que se llama en la
cultura de la eficiencia, administración por pánico.
Las
multimillonarias inversiones realizadas para combatir la inseguridad, visto los
resultados cotidianos, son un fracaso.
El
bisoño presidente municipal apenas balbucea incongruencias que refieren un
mundo que solo existe en sus apreciaciones y en las de sus corifeos, Repartir
culpas es el argumento más socorrido para sobrellevar la pesada lápida de las
responsabilidades sociales, estrategias de saliva sin sustento argumentativo,
sin ideas, sin propuestas de fondo, sin reflexiones responsables y
propositivas, sin aceptar culpas y por ende sin acciones o programas eficaces o viables para combatir
de lleno el flagelo de la delincuencia.
Haber
pensado que un jovenzuelo de las limitaciones de Remberto Estrada como
presidente municipal, era simplemente
una pésima negociación entre Félix González y Jorge Emilio Martínez, le han
hecho un daño catastrófico a este destino turístico, pensar que reelegirlo es
una estrategia que se reduce a las ambiciones y a los intereses aviesos de esa nefasta dupla, es no
tomar conciencia de las verdaderas dimensiones y de las consecuencias de corto
y mediano plazo en detrimento del futuro de Cancún y de su importancia
financiera estatal y nacional.
Cancún
como corazón financiero del estado merece la atención seria y responsable de
todos quienes aquí vivimos, empezando por los gobernantes que en buena medida
usufructúan la patente de su prestigio.
“Territorio
Comanche” es el título de uno de los
libros del escritor español Arturo Pérez Reverte, que son nada menos que sus
crónicas de guerra y las experiencias con otros corresponsales de la guerra de
los Balcanes y los cruentos hechos de los ataques serbios a posiciones croatas,
lo inhumano, inmisericorde, crudo de los hechos habla de que la naturaleza del
ser humano es inefable cuando de realizar acciones de destrucción a seres de su
misma especie se trata, toda una crónica de violencia y crímenes sin sentido de
los que aún no se recupera toda Yugoslavia.
No
esperemos ver que esta privilegiada zona costera de Quintana Roo, termine ofreciendo
los argumentos necesarios para convertirse en una novela similar cuyo título
sonaría aterrador para todos: “Remberlandia territorio Narco”
FJ/2018