Un Congreso
totalmente Palacios.
¿Quis custodiet ipsos custodes?
La
paciencia ciudadana vuelve a ponerse a prueba, la inteligencia colectiva vuelve
a ser ofendida y la credibilidad de las acciones del gobierno continúan en
caída libre.
La
ópera bufa en que se convirtió la designación del Auditor Superior del Estado,
Manuel Palacios Herrera, vuelve a demostrarnos que el cambio anunciado es un
espejismo o un reflejo en el espejo del pasado, porque se repiten las formas,
los procedimientos, las dádivas, los arreglos metaconstitucionales, la
permisividad, el irrespeto al ciudadano a quien dicen proteger y cuidar y lo
peor de todo es que se repiten los personajes.
Un
congreso estatal con verdadera independencia mental, con ética, con convicción
de servicio, con sentido común y con compromiso social, no hubiera pasado por
alto el corrupto desempeño del Auditor Especial en Materia Financiera Manuel
Palacios Herrera, quien durante once años estuvo dedicado a dejar pasar y dejar
hacer a un nutrido grupo de servidores públicos que expoliaron de manera
inmisericorde al estado que debería proteger.
Las
razones por evidentes son escandalosas y públicamente inaceptables, porque
revelan impunidad y complicidad que se sustenta sobre las bases del dinero
público desviado, y por la ignorancia de los legisladores actuales, o la
sumisión del poder legislativo a las instrucciones e intereses del poder al que
deberían acotar y vigilar.
Por
todas estas razones evidentes y muchas otras más, deberían haber descartado para
ese prestigioso cargo al recién nombrado auditor superior; un personaje de baja
estatura, moreno, lampiño y de rasgos autóctonos que seguramente es la razón
principal de su inconformidad racial y lo que le mueve a que lo llamen y le
suscriban oficios con toda la pompa que debe anteceder al título obtenido en el
Instituto Tecnológico de Chetumal.
Manuel
Palacios se niega desde siempre a recepcionar oficios que no mencionen
correctamente la descripción de su título porque le resulta indignante e
irrespetuoso.
Curiosamente
nunca le pareció indignante, ni irrespetuoso el brutal endeudamiento público
del estado que nunca fue soportado con la obra pública correspondiente, como
tampoco cuestiona que la deuda actual se haya duplicado por el diferimiento
negociado a un costo de 500 millones de pesos, eso no le merece investigación
alguna y por lo tanto ninguno de los responsables de la descomunal deuda está
pagando por ella.
Como
tampoco nunca le mereció investigar los endeudamientos municipales y los actos
de corrupción públicos con fortunas insultantes y mal habidas, ahí siguen en la
impunidad por sus desempeños como presidentes municipales: Francisco Alor,
Gregorio Sánchez, Jaime Hernández, Julián
Ricalde, Andrés Ruíz, Paul Carrillo, Marciano Dzul, Fredy Marrufo, David Balam,
Martín Cobos, Aurelio Joaquín, Juan Carlos González, Filiberto Martínez Méndez,
Román Quiam Alcocer, entre otros, todos ellos con sus respectivos tesoreros.
Donde destacan los nombres de Juan Asencio Reinoso, Jaime Zetina González,
Oscar Conde Canto, Leonel Sauri Galué, José Luis Toledo por señalar sólo
algunos casos de administraciones municipales.
Pero
tampoco fueron sujetos a las leyes los corruptos desempeños como titulares de
la CAPA de Pedro Flota Alcocer, Andrés Ruíz Morcillo y José Alberto Alonso
Ovando, o nuevamente Fredy Marrufo como secretario de finanzas de Félix
González, etc. la lista se podría alargar por varias hojas, pero este no es un
recuento de impunidades, sino una exhibición puntual de las omisiones y
complicidades de Manuel Palacios Herrera que sustenta y ejemplifica la
oprobiosa conducta de los 24 legisladores que votaron a favor de ese atropello
ciudadano y del cinismo de Manuel Palacios Herrera.
Si
hay algún lugar donde debería estar con todo derecho y por mérito propio Manuel
Palacios Herrera, junto con Emiliano Novelo Rivero y José Enrique Castillejos
Negrón; es ante la Fiscalía del Estado rindiendo cuentas a la autoridad por la
quiebra del estado y sus municipios, por los altísimos niveles de corrupción
ocurridos en las administraciones de Félix González y Roberto Borge hechos ocurridos bajo su tutelaje y complicidad.
Pero como dice el subtítulo de esta columna… ¿Quién vigila a los vigilantes?,
cuestionamiento que hace algunas centurias planteaba el poeta Juvenal.
Uno
se pregunta de manera natural donde estaba y a que se dedicaba Manuel Palacios
Herrera en su calidad de Auditor Especial en Materia Financiera cuando enfrente
de sus narices ocurría el más grande saqueo de que se tiene memoria en Quintana
Roo.
¿Cuál
será la primera decisión del flamante y nuevo Auditor? Se atreverá a llamar a
cuentas a su ex jefe Emiliano Novelo para que le manifieste los motivos por los
cuales está el estado en esa catástrofe financiera, porque esa era justamente
su labor por la que le pagaban muy bien, como ahora Don Manuel deberá cuidarle
las manos a la dupla Vergara-Zetina en la SEFIPLAN, o cuestionar las compras y
contratos bajo sospechas en los que ha incurrido el oficial mayor de gobierno,
porque eso de rentar patrullas no es muy conveniente para una entidad pública.
Y ha ocurrido en Solidaridad y en Benito Juárez y no pasa nada y tantas y
tantas cosas que deberá corregir y sancionar como la Renovación anticipada a
Aguakan por la concesión del agua potable y la reciente concesión del municipio
de Solidaridad a la misma empresa, que terminó siendo un negocio de Peto, como se dice en la
península.
Finalizo
expresándole mi solidaridad a los otros 15 aspirantes al prestigioso cargo,
particularmente a los que integraron la terna
final para cumplir el requisito de la formalidad y creyendo en la imparcialidad
y decencia de los legisladores de Quintana Roo, se esmeraron en presentar sus
legítimas aspiraciones y sus muy respetables hojas de vida laboral y de
servicios.
Lamentablemente
la farsa legislativa redujo inmerecidamente a estos profesionistas a papel
burbuja, a material de relleno, a comparsa, porque gente de la estatura
académica y profesional como Jaime Novelo Montalvo, experimentado y probo
contador público o como Arlene Ix Benítez, no merecieron el reconocimiento de
al menos alguno de los sumisos legisladores que hicieron de la solemnidad del
recinto donde se desempeñan, una carpa donde se definió una herramienta al
servicio del ejecutivo estatal y nos anticipa que el futuro inmediato, será el
propio Manuel Palacios quien se encargue de meter en cintura las indisciplinas
legislativas pues ya quedó definido que operaremos el resto de la
administración estatal con un Congreso totalmente Palacios.
Solidaridad/2017
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