lunes, 26 de junio de 2017

Riesgo inminente



Riesgo inminente.

Por: Félix Justiniano Ferráez. 

Estamos hablando de una semana grotesca, pantagruélica, cruenta, por lo menos 5 asaltos a diferentes negociaciones, desde las zonas más humildes, al glamour de las plazas más cool en la ciudad. A los delincuentes les da lo mismo modestas refaccionarias, que enormes tiendas de autoservicio, joyerías, instituciones bancarias, casas habitación o ciudadanos de a pie, etc.
Pero también hubo: embolsadas, enmaletados, ejecutados y baleados por diferentes rumbos de esta ciudad, cuya sociedad  a diferencia de las autoridades no ha perdido su capacidad de asombro ni de indignación, de manera que cada nuevo día pasa del pasmo a la ira  y de ahí a la impotencia, para saltar al reclamo airado en las redes sociales, ante la inaceptable pasividad de las autoridades, o la censurable actitud de indiferencia a los reclamos públicos en todos los medios que la tecnología permite; y también a las pocas denuncias que se publican en algunos rotativos o portales electrónicos, que todavía no han sido cooptados por los famosos convenios (de sumisión)
De repente la infraestructura turística del estado que ronda los diez mil millones de dólares de inversión, las decenas de miles de empleos directos e indirectos que genera,  y que la derrama turística ocupe el 4to lugar de ingresos de divisas al país (1ero el narcotráfico, 2do los ingresos petroleros, 3ro las remesas) parecería un asunto menor en la opinión de las autoridades que tienen a su cargo la seguridad pública del estado.
Es un grave error voltear la cara para el otro lado, cuando la ciudad está siendo sacudida, un día si y el otro también, brutalmente por los hechos delictivos; hacer como que no pasa nada y adoptar la conducta del avestruz, también lo es; esperar que los hechos cambien para mejorar por si solos en espera de un milagro, peor.
Declarar para endilgarle la culpa exclusiva de lo que pasa al presidente municipal de Cancún, es algo inequitativo porque el secretario estatal de seguridad pública y el fiscal, lo son para todo el estado y no exclusivamente para la menos complicada zona sur, porque el titular del ejecutivo gobierna en toda la geografía estatal sin distingo de ideologías partidistas en los municipios, y porque finalmente el triunfo del partido verde, es fundamentalmente responsabilidad del ejecutivo del estado por escoger o consentir que un político de la catadura de Julián Ricalde Magaña y con sus antecedentes de corrupción, fuera su opción como candidato a Benito Juárez,  toda vez que la ciudadanía estaba harta de sus sinverguenzadas, ahora por ese error paga la penitencia y hay que asumir los errores propios antes que ver la paja en el ojo ajeno. El colofón es que al final Julián Ricalde y su hermana Alicia a pesar de haber perdido sendas candidaturas y complicarle la gobernanza a Don Carlos Joaquín, fueron recompensados con carteras importantes dentro del gabinete.
Por todo ello, uno no termina de entender como una industria de tales dimensiones y trascendencia, está puesta en las manos con el riesgo que ello implica  de gentes como: Remberto Estrada, Darwin Puc Acosta, Julián Leyzaola, Guillermo Brahms González, Rodolfo del Ángel Campos, Francisco López Mena y José Luis Cen Pech, porque son estos funcionarios, los que coordinados o no, tienen la responsabilidad de mantener el estado seguro y en paz, de mantener informada con oportunidad y claridad los hechos que dañan la tranquilidad del estado y ponen en riesgo a infinidad de familias que nos hallamos indefensos y vulnerables ante los embates de la delincuencia, cada día más violenta, más atrevida, más sanguinaria, más eficiente, más despiadada y mejor  organizada que los cuerpos del orden público.
Gracias a las redes sociales es como la ciudadanía se entera de los hechos que están en boca de todo el país, que les permite también dejar de circular en lugares o zonas cuando están sujetas al ataque del crimen organizado, somos los ciudadanos sin armas ni escoltas, quienes nos cuidamos y protegemos de los hechos delictivos, ante la falta de información veraz y oportuna de quienes tienen a su cargo esas obligaciones y cobran por ello.
El gobernador del estado, los presidentes municipales, el fiscal del estado, el secretario estatal de seguridad pública, los familiares de todos ellos y en general los comandantes de diferentes dependencias, andan escoltados con personal armado con armas largas y cortas, y entratándose del ejecutivo estatal, presidente municipal de Cancún, el fiscal y el secretario estatal de seguridad pública, se trasladan en vehículos blindados a diferencia de la plebe.
De repente pareciera que ese lugar de privilegio está dado en función de su “meritorio desempeño” y no como un esfuerzo público ciudadano para tributar oportunamente o con recargos y multas, para que los señores del gobierno paguen la deuda pública que nos heredaron impunemente, cobren sus decorosos salarios puntualmente, ejerzan cómodamente sus viáticos, se olviden del costo de la gasolina y la usen indiscriminadamente, se uniformen, porten armas, viajen en vehículos blindados e ignoren olímpicamente a quienes gracias a sus esfuerzos cotidianos, hacen posible esa vida de comodidades y seguridad que inmerecidamente usufructúan.
Hacer como que no pasa nada, no sólo incrementará la violencia y sus derivados de esta deformación humana, sino que la falta de talento para hacerle frente a la perversidad de ese flagelo, pone en riesgo a todo el estado por la ausencia o disminución de la actividad turística y su impacto financiero, así como la desesperación social que se derivaría de ello y cuya onda expansiva alcanzaría  más allá de la península de Yucatán y sus efectos se sentirán en el centro del país y en las elecciones del 18.
 Tal pareciera que el gobiernos vive un ciclo de memoria selectiva, y de repente se permita que  queden en el olvido las reiteradas promesas de trabajo para todos, ciudad segura, castigos a los funcionarios corruptos, investigaciones de las deudas públicas descomunales y tantos ofrecimientos que nos formularon para aspirar a un gobierno diferente, con justicia, con equidad, con transparencia, con eficiencia y sobre todo de resultados.
Prácticamente a un año de la asunción del actual gobierno, sólo hay dos funcionarios detenidos, uno por la fiscalía estatal y otro más por las autoridades federales, pero lo más terrible es que hay más de 50 exfuncionarios en completa impunidad, ya sea porque están desaparecidos o fugados, porque se ampararon o porque la perversidad política los mantiene con fuero disfrazados de: magistrados, senadores, diputados, delegados federales, etc.
Ahí están enfrente de todos nosotros con sonrisas socarronas y disfrutando de fortunas ilícitas, inexplicables e inmerecidas que finalmente pagamos entre el millón y medio de habitantes que coexistimos en Quintana Roo.
En contraparte observamos con enojo las estrategias gubernamentales que se implementan, pero para el perjuicio ciudadano, invariablemente vemos agentes de tránsito apostados en ambas entradas de la ciudad; sobre el Boulevard Colosio y en la avenida López Portillo, literalmente a la caza de los automovilistas que no tienen forma de defenderse de este despreciable gang perteneciente al área de la seguridad pública. Es de lo más común, conocer, observar o sufrir las extorsiones de estos delincuentes uniformados.
Arrogantes, amenazantes, cínicos,  de manera rupestre exhiben su ignorancia, su desconocimiento del marco jurídico que nos rige a todos por igual, su ausencia de valores y su falta de compromiso por aquellos que con sus tributaciones pagan sus salarios.
Pero también vemos las estrategias de las huestes de la SINTRA a la caza del transporte público en todas sus manifestaciones, lo mismo le da que sean vehículos particulares que públicos, automóviles, pick ups, tráileres o volquetes, mención aparte merece el ingenio de la parafernalia implementada para cazar a los UBER. Hechos que han significado, no sólo daños a los vehículos capturados, sino golpizas inmisericordes a los conductores, persecuciones que han costado vidas y todo en la más absoluta y despreciable  impunidad.
Esta saña de los gobiernos municipal y del estado, no demuestra otra cosa más que son idénticos a los que se fueron, que quien permite estos atropellos que son vox populi y denunciados por todos los medios posibles,  son cómplices del estado de indignación y desánimo que prevalece entre todos.
Atracos que cobardemente se realizan sin que los titulares de las dependencias involucradas se den por aludidos, pero que sean incapaces de utilizar ese mismo ingenio y esa determinación para combatir la delincuencia organizada.
Esa es la descorazonadora situación que prevalece entre los quintanarroenses, atrapados entre la creciente narco delincuencia y el acoso persistente del monstruo de la corrupción que parafraseando a Monterroso; al llegar el gobierno del cambio, las prácticas del dinosaurio siguen ahí.  

Quintana Roo
Junio de 2017.

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