Un padre a toda madre.
Por: Félix Justiniano Ferráez.
Para: Arantxa,
Alex, Beto y Alfredo.
Por supuesto que hoy escribo en mi calidad de hijo
afortunadamente bendecido por un padre como el que mi madre me otorgó.
Me cabe en suerte expresar que si estas decisiones
fuesen tomadas por nosotros, o nos tomaran en cuenta para tamañas posesiones,
no dudaría en elegir por convicción y por amor al padre que tengo y a los hijos
que la vida me obsequió.
“La vida ese paréntesis” escribió Mario Benedetti,
pero en el ínterin que tal de circunstancias, emociones, sinsabores, pasiones,
satisfacciones etc. por las que atravesamos y que nos van templando para irnos
forjando primero como hombres y luego como intento de padres.
Es bueno saber como niño, que duerme cerca de uno ese
ser de leyenda que todo lo sabe, que nos da seguridad, que no le teme a nada,
que nos protege y que nunca nos hace sentir solos o desamparados.
Aquel que luego comparte el secreto de las primeras
cuitas y se vuelve además de consejero, cómplice y celestina; el que cambia el
tono de la voz y pasa de la ternura del amor, al rigor de la exigencia para
conocer el resultado de exámenes y responsabilidades.
Ese que nunca deja de preocuparse por ti aunque ya
compartas su encendedor, o la navaja de afeitar, te pongas sus camisas y uses
sus lociones.
El mismo que le llamaba “papi”, a su propio “papi”
cuando ya cargaba 80 años a cuestas y al que nunca dejó de amar y admirar,
antes que la vida pasara a cobrar la factura y se lo llevara a donde van todos
los papis buenos del mundo sufriendo como niño la pérdida de mi abuelo, ese
anciano a quien yo robé sus cuadernos de fantasías, para tímidamente tomar la
estafeta y continuar con los versos que al principio eran sólo para el gozo y
comentario de ese viejo y numeroso clan al cual orgullosamente pertenezco.
Hoy con casi medio siglo a mis espaldas y él con una
ventaja de 25 años pero que de acuerdo a su expresión “ya mero lo alcanzo”; mi
padre sigue repartiendo amor y cuidado entre sus hijos y los hijos de éstos;
hoy obtiene por amor lo que antes conseguía de sus hijos con rigor. Y por esa
mágica transmutación del amor, es más fácil que la generación de relevo lo
escuche más a él, que a mí. Sabe valorar las cualidades de cada uno de mis
hijos y motivarlos y sufre lo mismo que yo, la ausencia de sangre nuestra, que
el egoísmo, la ignorancia y la deslealtad alejó de nuestros afectos y cuidados,
sin mencionarme las incontables veces que me previno y me hizo ver lo que yo me
negaba a aceptar; sin reprochar, sin maldecir, caballerosamente aguanta conmigo
en silencio amando y esperando a su sangre dispersa.
A cambio ve crecer a mi lado a tres jóvenes que tienen
en él a un amigo solapador y confiable, que lo mismo le llaman abuelito que:
compita, antiguo, viejito o pelusita.
Por la recámara del “antiguo” circula cada noche un
nieto diferente por que todos quieren dormir con él y nadie quiere hacerlo
conmigo.
Es amigo de mis amigos, ha sabido ganarse el afecto y
el respeto de todos ellos y lo mismo disfruta su cercanía con una cerveza que
tomando un buen café con ellos; sólo a él puede alcanzarle el tiempo para ser
secretaria telefónica de mis hijos, asesor culinario de esa espléndida dama que
me honra como esposa y servir la mesa, es médico, enfermero, contador, asesor,
confidente, cocinero, banco de crédito (el único que no cobra intereses)
árbitro, juez, compañero de coro, lavador de platos, niñero, etc…
Mi padre es para mis hermanos, mis hijos, mi esposa y
yo más que todo lo anterior, más que un vértice de convergencia, más que un
punto de referencia que nos remonta a nuestros orígenes, más que un oráculo
para toda su descendencia; es por sobre todo…. UNA AMOROSA BENDICIÓN.
Ojala algún día yo pueda pagarle a mis nietos lo que
hoy Félix Alonso Justiniano Cu, hace cada día por mis hijos.
¡Muchas Felicidades a todos los padres!
Caribe Mexicano/en algún día del padre.
@watane1
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