martes, 17 de noviembre de 2015

Los Atentados contra Francia.



Los atentados contra Francia.

Para mi hija Arantxa y mi nieta Jossely.


Leyendo las diversas expresiones que se derivan de los atentados a Francia que han sido reivindicados por el Estado Islámico vía su temible brazo armado Isis, uno de los más recalcitrantes yihadistas de quienes conocemos todo tipo de crímenes y destrucciones del patrimonio cultural de la humanidad, me sorprende las variopintas opiniones que se remiten a todo tipo de reflexiones y comparaciones sin sentido y fuera de proporción criticando la solidaridad de algunos cuantos mexicanos.
Las hay desde aquellas que recuerdan la invasión francesa a suelo mexicano, pasando por todo tipo de situaciones desafortunadas como secuestros, homicidios, genocidios, feminicidios, narco ejecuciones, etc.  en fin, toda un catálogo de eventos que exhiben la descomposición social y pérdida de valores con que se vive actualmente, la deshumanización de la sociedad fertilizada con sangre de inocentes civiles en la mayoría de los casos. Además de los daños por las catástrofes de índole natural, como temblores, huracanes, tsunamis, erupciones volcánicas, etc.
Quisiera ubicarme de manera personal para no involucrar a familiares y amigos en estas líneas; llegué a la vida en un planeta que ya tenía una conformación geopolítica y en la que evidentemente nada tuve que ver; antes de nosotros los contemporáneos, ya existían las  cruentas diferencias  entre las tres grandes religiones monoteístas de la humanidad.
Desde hace más de 2500 años estas diferencias existen sin que se hayan podido resolver de manera definitiva y acorde a la uniformidad de pensamientos, convicciones y creencias, y esto quien lo soslaye y no lo considere, no está teniendo la más mínima idea de lo que ocurre en el oriente medio y sus consecuencias hacia el mundo occidental.
Insisto también por ende, en que nada tuve que ver con la desaparición del imperio otomano y la creación de una serie de países en oriente con fronteras artificiales, pero que adquirieron su acta de nacimiento de manera oficial e internacionalmente aceptadas.
Ubiquemos a: Siria, Irak, Irán, Jordania, Líbano y Turquía por señalar los protagonistas inmediatos, sin dejar de considerar el resto de los países unidos por un idioma común que es el árabe y practicantes del Islam que suma a cientos de millones de musulmanes en diferentes países en el mundo.
Esta es otra referencia que tampoco deberá soslayarse para entender lo intrincado de los orígenes de los diversos atentados terroristas adjudicados a la yihad declarada por los fundamentalistas del Islam, cuyos casos más sonados nos remiten a Estados Unidos, España, Inglaterra, Francia, etc.
En ese orden de acontecimientos, quienes me leen tampoco tuvieron que ver con la conquista española en américa, inglesa en estados unidos, portuguesa en Brasil, Francesa en el Caribe, etc. Es decir somos ajenos al expansionismo europeo, en américa, áfrica y en el mundo árabe, como también somos ajenos a las dos guerras mundiales, la independencia y revolución mexicana, y todos los movimientos armados, con razón o no, que se han sucedido hasta nuestros días.
De la mano con la destrucción realizada por la propia mano del hombre, también la naturaleza ha participado y sólo pondré un ejemplo emblemático, la desaparición de Pompeya con la erupción del Vesubio.
Hasta aquí confieso que no me he solidarizado públicamente con las generaciones posteriores de deudos romanos desaparecidos con el estornudo del Vesubio, ni con las generaciones posteriores y directas de deudos de las dos conflagraciones mundiales, llámense judíos de toda Europa calcinados en los campos de concentración nazis, o los descendientes de palestinos arrasados por los hebreos en desiguales batallas, o los ciudadanos japoneses de Hiroshima y Nagasaki cuyos ancestros fueron vaporizados por las bombas atómicas, más los soldados ingleses, americanos, franceses, rusos, etc. Que dejaron su sangre en Europa, Vietnam, Irak, Irán, etc.
Y aquí en América, a quien la considero con ese nombre desde Alaska hasta el Cabo de Hornos, quedaron los cadáveres de conquistadores y conquistados en diferentes expresiones bélicas, que tampoco me han merecido una línea de expresión solidaria pública hacia todos esos millones de deudos.
Me podría ocupar escribiendo varias hojas más relacionando eventos o hechos  desafortunados, cuyas consecuencias aún no me merecen una  línea de expresión solidaria hacia sus deudos, pero peor aún, es posible que mi descomunal ignorancia me impida estar al tanto de todos aquellos actos que ocasionaron daño a la humanidad y/o lesionaros sus valores morales sobre los cuales se sustenta y consolida una sociedad justa y solidaria como la que debería existir en cualquier país; y que merecen la más flamígera censura y el repudio de cualquier hombre bien nacido y medianamente culto.
Este mea culpa en modo alguno es para justificar mi repudio a los atentados recientes en Europa y mi solidaridad con el pueblo francés, tengo motivos personales de sobra para hacerlo, es por decirlo de manera sencilla, una convicción de mi albedrío que no requiere la anuencia o visto bueno de alguien, llámese periodistas, gobernantes, políticos, ciudadanos, amistades, etc.
Lo hago para solidarizarme con aquellos cuyas razones específicas desconozco, pero que reconociendo que nada de lo humano nos debería ser ajeno, expresan lo que desean y sienten a su modo.
No todos tienen la capacidad de escribir y darle forma documentada a sus reflexiones, que bueno que sus censores lo hagan de manera tan documentada, analítica e imparcial, y que sepan de lo que hablan y no repitan como aves parlantes lo que escuchan o leen de terceras manos o mentes desinformadas o carentes de visión global.
La descomposición social de cualquier país en modo alguno es imputable a sus ciudadanos, lo es en todo caso de sus gobernantes y de la debilidad de las instituciones que fueron creadas para mantener el orden, la justicia, la imparcialidad, la transparencia y los castigos necesarios en cada caso, corrupción e impunidad no puede achacársele al ciudadano, si no a los funcionarios que cínicamente se solidarizan en complicidad con quienes atentan contra los intereses colectivos, en vez de que con un mínimo de decencia y ética profesional, los señalen, los investiguen, los exhiban en su verdadera dimensión, y los encarcelen.
Es paradójico que a estas alturas se nos exija repudio a los franceses por las dos invasiones a nuestro país, juzgar los hechos históricos ya superados, subsanados y ocurridos hace más de 150 años, no sólo es anacrónico, sino de la más exuberante ignorancia, esto también es aplicable a los españoles y cualquier otro conflicto internacional, la xenofobia es otra de las más estúpidas y absurdas formas de interactuación de los ciudadanos, los ejemplos sobran y son cruentos.
Solidarizarse con un pueblo lejano en distancia, cercano en coincidencias, es una cosa, confundir y manipular estas acciones con tintes maniqueístas y absurdos, es otra.
Las muertes injustificadas ocurren en todos los continentes y en los países que lo conforman, desde los más poderosos y avanzados económica y culturalmente como los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, etc. hasta los más pobres y marginados, como los integrantes del áfrica subsahariana. Pasando por países de quienes se sabe poco de lo que ocurre dentro de sus fronteras, como Corea del Norte.
La existencia del internet es reciente y lo es más la creación de las redes sociales, especialmente la de Mark Zuckerberg, estos instrumentos han permitido las denuncias ciudadanas que han derrocado gobiernos enteros a lo largo del planeta, recuerden simplemente la Primavera Árabe y los despidos fulminantes de funcionarios corruptos, señalo solamente el caso del titular de la Comisión Nacional del Agua aquí en México y millones de denuncias más alrededor del planeta, es decir, quien mejor ha sacado provecho de estas situaciones son los ciudadanos que hastiados de sus gobiernos y de la corrupción, crímenes, abusos, prepotencias, e impunidad que impera, denuncian los hechos públicos y privados de todos aquellos que son sorprendidos en falta.
 En términos generales son los ciudadanos y no la prensa, quienes han asumido la responsabilidad y los riesgos de las denuncias, salvo muy honrosas excepciones, lo ha efectuado los medios sin precio, pero con principios.
En mi opinión personal, son las denuncias las que cambian la dirección e intenciones de un gobierno y modifican su rumbo con estos valerosos actos civiles, y por ende tienen más peso específico que el hecho mismo de solidarizarse, que tiene más de humanismo que del valor civil que se requiere para denunciar.
Por otra parte el ciudadano común y corriente como yo, sólo lee lo que a través de agencias noticiosas se propaga, si en este momento se están realizando acciones genocidas o de pederastia en algún lugar remoto del mundo, no podemos saberlo o denunciarlo hasta que lo sepamos de alguna manera.
Los países del oriente medio, de Asia, o del continente Africano, no nos resultan familiares, ni conocidos, con todo y las desgracias y aberraciones que anden cargando.
Si a eso se le añade que las aplicaciones como las que hoy se censuran, son creación exclusiva de una red global como el Facebook y no una ocurrencia de los ciudadanos, es por demás desproporcionado achacárselo a un ciudadano en específico sin un análisis documentado de los hechos que aquí relato.
Nadie censuró, si acaso se burló, de la también famosa aplicación del arcoíris para apoyar a la comunidad LGTB, curiosamente tampoco a nadie escuché o leí su inconformidad porque no expresaron su solidaridad con Sócrates, Julio César, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare, Oscar Wilde, Federico García Lorca, Alan Turing, etc.  Y en todos estos casos la humanidad entera está en deuda con ellos y los motivos son de sobra conocidos.
Francia es un país occidental vanguardista, el primero en Europa que eliminó a la anacrónica monarquía, apoyó a los Estados Unidos en su independencia de la gran Bretaña. Ahí queda registrada en la historia la gesta y sacrificio del General Lafayette, su constitución de 1789 sirvió de ejemplo para la nuestra, el siglo de las luces originados por talentos franceses, iluminó toda Europa y sus destellos alcanzaron a la américa nuestra, son muchas las cosas que merecen reconocimiento del esfuerzo del pueblo francés.  En el caso que nos ocupa Francia ya ha dado una respuesta a su pueblo y a sus enemigos, cualquier ciudadano espera justamente eso de su gobierno, protección y medidas que propicien que estos actos no se repitan y se sienten las bases de un respeto permanente.
Eso queremos los mexicanos y seguramente todos los ciudadanos de América, Europa, Asia, África, Australia, etc.
Solidarizarse es entender el dolor de un pueblo, más allá de sus ideologías, el idioma, costumbres o las distancias.
Denunciar es hacer los señalamientos que nos constan para corregir y esperar que haya consecuencias por ello si fuera el caso.
Personalmente llevo más de cien editoriales de denuncia publicadas en revistas, periódicos, etc. Hasta que me volví incómodo para los rotativos y revistas.
Si Zuckerberg en función de su apellido simpatiza más con los franceses que con los libaneses, palestinos, o cualquier otro ciudadano del mundo árabe, no se lo reprochen a quienes aprovechan como todos, las bondades y oportunidades de esa red social que debería ser global e imparcial.
Hablar sin entender los riesgos del fundamentalismo religioso con raíces milenarias, la complejidad de los intereses alrededor de la producción, traslado y venta del petróleo donde los países árabes juegan un papel protagónico, de los rescoldos del espíritu colonialista europeo y del uso indiscriminado de las redes sociales, tiene como consecuencias que opinemos sin conocimiento de causa y se exhiba la ignorancia de temas complejos y globales.

F. Justiniano. F.
Caribe mexicano/2015

@watane1

lunes, 1 de junio de 2015

Deuda Saldada.-



Deuda saldada.

Por: Félix Justiniano Ferráez.


Agradecido por las incontables muestras de apoyo y afecto que recibimos en Cd del Carmen y Campeche, mis hermanos y yo queremos patentizar lo afortunados que somos por ser parte integrante de dos numerosos núcleos familiares y de la clase de amistades que con los años se arraigan más en el sentimiento de solidaridad e incondicionalidad con que nos distinguen.
Mi padre propició muy a su manera, que finalmente nos reuniéramos toda la familia en torno suyo; hombre de bien y de sangre dulce, supo granjearse el respeto y el cariño de la familia de mi madre que siempre lo vio como uno de ellos y así se lo demostraron durante décadas.
Observé con interna gratitud y manifiesta alegría la presencia del clan de los Ferráez, mis primos, primas y sobrinos se dieron cita para estar en el último viaje con el tío querido.
Mis amigos de toda la vida me acompañaron a la iglesia donde concurrimos de niños al catecismo, a las misas, a las festividades religiosas de los gremios y a jugar béisbol en el atrio antes de que nos correteara el padre Serna por el vocabulario isleño que exhibíamos.
Todos sin excepción tenían una anécdota que rememorar de “Don Chato” o “el Viejo Chato” como cariñosamente lo llamaban como consecuencia del conocido apodo que de jovencito me endilgaron.
Estuvimos solemnes en misa y a la salida pudimos dar rienda suelta a la memoria que, estimulada por la brisa marina que está íntimamente relacionada a todos nuestros recuerdos, nos ofreció el boleto al pasado reciente donde hallamos tantos lugares comunes llenos de experiencias afortunadas, que nos reiteró el sentido de identidad, de pertenencia y de ese viejo amor irrenunciable a nuestras raíces.
A un paso de la 3ª edad, los que hemos sobrevivido el paréntesis de la vida, nos pusimos al día y pasamos lista de los ausentes que siendo tan cercanos a mi padre, deben haber formado parte del comité de bienvenida en esa inescrutable dimensión de donde ya forman parte y donde insisto en creer que pacientemente aguardan por nosotros.
Café, agua, horchata, empanadas de cazón, cazón con huevo, sirvieron como una especie de pentotal sódico que nos aflojó la lengua a todos y activó la idiosincrasia e ingenio carmelita.
La nostalgia quedó atrás y recordamos diversas etapas compartidas que nos alegraron el momento, el día y la vida.
Ver y sentir sobre mi humanidad las expresiones de afecto disfrazadas de mentadas de madre y creativos apodos por mi nueva silueta, fue toda una experiencia y como común denominador el respeto y el cariño a mi entrañable ausente.
Pensé en esos justos momentos que, llegado mi turno me gustaría ser recordado de la misma manera por mis hermanos de adopción, sin penas ni tristezas, pero con la alegría de aquellos ayeres donde el objetivo fundamental era ser feliz tal y como éramos entonces, con pocas cosas materiales pero con mucha convivencia y ganas de hacer algo con nuestras vidas.
Amigos cuya amistad data de más de 40 años, con algunos lustros de no vernos físicamente, todos asumiendo el paso de los años pero con el mismo sentido de identidad y afecto.
Los años, los hijos, los nietos, nos permiten ver la vida desde un razonamiento más espiritual, más humano, más objetivo y entonces descubrimos que no hay antídoto contra la nostalgia y la añoranza de un ser tan querido y entrañable como mi padre, este amoroso protagonista de mi vida que me lega una vida llena de amorosos recuerdos, que como eco se repiten diariamente en tantos lugares comunes y tantos espacios vacíos que hoy deja su ausencia física.
Sin terminar de encajar este zarpazo del destino, recorrí las calles que caminé de la mano de mi padre, acudía a aquellos lugares que compartimos y aún sobreviven al obligado paso del progreso. Una catarsis llena de melancolía y algunas lágrimas furtivas en la soledad de un hotel, por aquel pasado que se me fue de las manos y hoy es sólo una fotografía que se niega a morir
en mis recuerdos.
 Bendita memoria mía que mantiene presente esos momentos especiales como destellos deslumbrantes de mi razonamiento, una insistente y antigua proyección del celuloide mental que se hace presente con particular insistencia y que inunda mi presente con el pasado inasible e irrecuperable.
Playas inmaculadas y transparentes, calles de arena, litorales serpenteados de palmeras, ejercito de veletas que coronaban las casas de teja de aquel viejo caserío, y tantos otros lugares de concurrencia obligada en mi niñez y juventud;  ya no existen más.
¿Qué somos sin la memoria, el razonamiento, la gratitud y el amor? Piezas inanimadas del tablero de la vida sujetos a albedríos exteriores e inconsecuentes con nuestras raíces y costumbres.
Me niego aceptar que el olvido y la indiferencia sepulta todo ello,
Me niego a voltear la mirada para desentenderme de lo que me dio sentido de identidad y pertenencia, además de mi familia.
Soy fruto de aquella época remota, única e irrepetible, me forjé con las enseñanzas y ejemplos de mi padre en aquel entorno con gentes adultas que educaban como mis padres y con compañeros que como yo, supimos obedecer con respeto y disciplina.
Gracias al atinado juicio de mi padre, caminé entre esas gentes por esas calles y asistí a los colegios que mis pequeños progresos escolares me otorgaban, entre esas gentes y ese entorno se forjaron las bases de mi formación adulta, ante la omnipresente mirada de mi ídolo de aquellos días y mi héroe de siempre. De manera que no hay un lugar de aquellos que conocí, que no representen un capítulo de mi vida cuajado de enseñanzas y avances personales, hoy perpetuados en mis recuerdos en tanto soy capaz de pensar y reflexionar como hasta hoy.
A ese mundo de pátina y recuerdos regresé con mi padre a recorrerlos para dejarle su postrero adiós, a brindarle con el honor de hombre bien nacido que fue, su último tributo de gratitud y amor a esa tierra que le otorgó tanto, entre otras cosas amistades insustituibles, trabajo, retos, acertijos y especialmente al amor de su vida y cuatro hijos fruto de ese amor.
Ahí con mi amorosa encomienda visité a mis difuntos de ayer con mi difunto de hoy, volví al reencuentro de la sangre y polvos de donde provengo y a los que inevitablemente me uniré en la fecha que el destino disponga, me supe un eslabón de ese pasado llenos de personajes que portaron mi apellido con nobleza y rectitud, beneficiario de aquellas gentes honorables no tengo más opción que honrar el apellido que me legan.
Al fin ellos ya son uno y lo mismo, yacen integrados a la tierra que les perteneció y al mundo de mis recuerdos de donde nunca saldrán.
Cumplí lo mejor que pude con esa mezcla de gusto por servirle a mi padre y la indeleble tristeza que me causa su ausencia, me llevo la certeza que desde algún remoto lugar sonríe con satisfacción y espera a que cumpla con la segunda parte de su encomienda, pero eso es ya parte de otra historia que aunque ya ha sido concluida, aún germina en mi interior y empieza a cobrar forma para serle narrada a mis hijos y permanezcan integrados en pensamiento a aquellos personajes nuestros que no alcanzaron a conocer físicamente.
Por ahora he cumplido; lo difícil lo estoy viviendo en lo cotidiano del devenir y la caprichosa velocidad del tiempo con que transcurre mi vida, en esas ando, superando nostalgias por ausencias queridas y defendiéndome del tiempo lo mejor que puedo.   

Caribe Mexicano/2015

@watane1

domingo, 10 de mayo de 2015

El día de todas las madres...




El día de todas las madres.

Por Félix Justiniano Ferráez.


Mario Bergoglio dice que la maternidad no es un estado civil, algo con lo que coincido totalmente, por lo tanto es un absurdo que una mujer que sola se desempeña gallardamente como madre, definirla con el san Benito de “ madre soltera” ¿Con qué objeto? ¿Para diferenciarlas de las viudas o de las casadas? ¿Son acaso de mayor mérito los esfuerzos que despliegan para darles una vida de oportunidades a sus descendientes? 
Me parece que más bien es el estigma de una sociedad machista donde no se termina de aceptar la diversidad sexual, ni el exitoso crecimiento o independencia de estas esforzadas integrantes de la sociedad en la que convivimos todos.
Quizá por ello el milagro de la maternidad, Dios o la naturaleza, se lo confirió como una cualidad exclusiva de la mujer en función de la suma de sus atributos, valores y sentimientos que le son connaturales a su género.
Indudablemente el mundo camina mucho mejor por esos maravillosos seres a quienes llamamos madres, seres extraordinarios que desprendiéndose de todo, entregan sus mejores años y energías a la difícil tarea de educar a un hijo.
Más allá de los llamados internos que definen una vocación o una actividad preponderante en el género humano, la maternidad es mucho más que todo ello, porque no siempre es gratificante batallar con la ingratitud o la incomprensión de los hijos, y porque no en todos los casos se obtiene la recompensa o los reconocimientos mínimos a esos heroicos esfuerzos, sin menoscabar que las responsabilidades de la maternidad, la más de las veces relega el rol de mujer o pareja y esposa a un segundo plano.
A partir de la concepción de un nuevo ser, la mujer entra en una metamorfosis física y espiritual, se ennoblecen las formas, la mirada se serena y obtiene un nuevo brillo como de beatitud, y sus sonrisas iluminan con mayor intensidad. Todo esto es indicativo de la alegría con que llevan esta nueva etapa de su vida engendradora de vida, de su estado de gracia y se convierten en el símbolo más emblemático de amor y sacrificio, hasta el momento mismo del alumbramiento.
Aparte de la mía, conocí y traté a un número significativo de madres, mis inolvidables abuelas, mis protectoras tías, mis incondicionales hermanas y primas, mis aguerridas sobrinas y todas esas bravías y arrojadas hembras que de una u otra forma se sumaron al numeroso clan del que formo parte.
En todas ellas hallé siempre el gen de la lealtad, de la entrega dispuesta hasta el máximo sacrificio si fuera el caso. Mujeres que ante todo honraban su apellido para darle un brillo superior al del ser encajado en sus entrañas.
De los hechos cotidianos de esas extraordinarias mujeres, se fue llenando mi memoria de gratos recuerdos y amorosas enseñanzas, no hay un momento de mi infancia donde no aparezca uno de estos ángeles disfrazados de abuelas, tías, primas, vecinas y por supuesto mi propia madre, lo mismo corrigiéndome que recompensando mis esfuerzos o consolándome.
Saberse rodeado del amor de esas mujeres, era tener conciencia que se iba blindado por la vida y que se podían desempeñar cualquier esfuerzo por complicado que fuera, porque teníamos la certidumbre que detrás de cada uno de nosotros estaba una manada de leonas dispuestas a dar la batalla por sus críos.
Fue justamente por esos ejemplos de valor y constancia, que nos fue naciendo el embrión de la reciprocidad y la similitud de valores, para ser dignos receptores del amor que nos prodigaban sin fecha de caducidad visible.
Creo que por ello la madre alcanzó dimensiones de santidad en cada uno de quienes supimos valorar y reconocer esos enormes y heroicos esfuerzos.
Finalmente el destino que no tiene palabra de honor, empezó a desaparecer a estos insustituibles seres y nos fue dejando solo con sus enseñanzas como útiles herramientas para enfrentar la vida en orfandad.
Carecer de una madre es una experiencia que nadie desea pero que a todos nos llega de manera inevitable, en mi caso ocurrió en un momento incomprensible, inesperado, difícil, inentendible, injusto, etc. De pronto mis hermanos y yo nos vimos mutilados innecesariamente por estas decisiones de las que no podemos formar parte y la vida nos cambió para siempre a nosotros 4.
Justo en esa etapa fuimos resarcidos con el amor de un hombre que todo entrega y coraje, aumentó sus roles de padre, proveedor y amigo, para convertirse desde las enseñanzas de mi abuela querida, en madre sustituta de sus 4 huérfanos.
De esta manera vi la figura de mi padre agigantarse en nuestra adversidad y lo supe solidario, constante y generoso con todos nosotros por igual, al cumplir con todas las actividades que subyacen en una familia que es sobreviviente de la desventura.
En buena medida mi padre se las apañó para que la ausencia de una madre no nos afectara y pudiéramos mantener el sentido de identidad y pertenencia que es fundamental en el proceso de crecimiento; y lo consiguió con creces.
Para su fortuna mi padre alcanzó a ver crecer, realizarse y multiplicarse a sus hijos; y se vio repetido en la sangre de sus nietos como justa correspondencia de su abnegación y entrega, supo de la satisfacción del amor inmarcesible de los miembros de la manada que rescató del infortunio y se convirtió en emblema y ejemplo de lo que debemos ser todos sus integrantes.
Aún más, tuvo la enorme fortuna de ver entre sus brazos a la 4ª generación de su apellido como justo tributo de su desempeño. 
Por razones evidentes fue colmado de respeto y de amor por parte de todos nosotros hasta el último de sus días.
Hoy que se significa un día entre todos para reconocer los esfuerzos maternos, me sumo al ánimo universal de reconocimiento y gratitud por todas las madres que conozco, a la mía que me dejó muy claro cómo debo desempeñarme en la vida si pretendo ser alguien de bien, mis abuelas mujeres santas en donde la reiteración del amor se comprobaba en todos sus actos, mis tías, mis primas, mis comadres, las madres de mis amigos y sus esposas, las madres de mis 4 hijos que cambiaron el rumbo de mi vida para hacerme mejor como persona, en general a aquellas mujeres cuya cercanía me permitió descubrir y asombrarme con sus cualidades de madre gracias a  sus valores y principios para llevar solas las riendas de un hogar, mi reconocimiento es para todas si excepción, mi admiración y gratitud está implícita para cada una de ellas aunque no las mencione por sus nombres, me lean o no, las vea o no, porque a todas las llevo en el pensamiento sin que un solo día deje de reconocer lo meritorio de su labor.
Hoy aun con el duelo a flor de piel, el recuerdo de mi padre me acompaña porque durante 44 años celebramos este día con él, hoy justamente cobro conciencia plena de mi orfandad al no poder tener la entrañable presencia de mi padre en este y los demás días que me queden por delante.
Felicidades también a ti papá y ya va un beso mío a la eternidad para buscar tu frente y reiterarte mi amor y mi gratitud por esas experiencias que nos unirán por siempre.

F. Justiniano. F.
Caribe mexicano
Mayo del 2015.
fjf54@hotmail.com


  

miércoles, 6 de mayo de 2015

Glosa a mi padre, "Soliloquio con la muerte"



Glosa a mi padre.

Félix Alonso Justiniano Cú

Soliloquio con la muerte.

Quiero pedirle a la muerte
En abstinencia de luto
Que me conceda un minuto
El privilegio de verte.
(Encarnación de Armas)


Quiero volver al pasado
En fecha de julio trece
A fin que de nuevo empiece
Aquel momento inaugurado.
Al Cristo crucificado
Que nuestro dolor advierte
Le pido que te despierte
Para platicar contigo
Que me devuelva a mi amigo
Quiero pedirle a la muerte.

Te busco entre los luceros
En el ocaso, en el día
Mi corazón es vigía
Desde los rayos primeros.
Quiero encontrar los senderos
Para llevar mí tributo
Quiero ser tu sustituto
Y poderte rescatar
Para poderte abrazar
En abstinencia de luto.

En modo alguno te pierdo
Aunque te encuentres ausente
Si vives omnipresente
Exacto en mi lado izquierdo.
En el eco del recuerdo
Nuestro pasado disfruto
Y una súplica ejecuto
A tu ausencia imprescriptible
Si solo fuera posible
Que me conceda un minuto.

Duermes un sueño profundo
Sin dolor, ni sufrimiento
Te alejas despacio, lento
De mi vista, de mi mundo.
Entre sombras errabundo.
Hoy desconozco tu suerte
Ya tu ausencia se convierte
En sempiterna partida
Porque me quitó la vida
El privilegio de verte.


F. Justiniano. F.
Caribe Mexicano
Mayo/2015.



Glosa a mi padre, "Madrigal de la neblina"



Glosa a mi Padre.

Félix Alonso Justiniano Cú.

Madrigal de la neblina.

No hay iris, se difumina
El color de las violetas
Y convivo con siluetas
En un mundo de neblina.
Jesús Orta Ruíz El Indio Naborí.

Tu longeva trayectoria
De entrañable peregrino
Fue la luz en el camino
Que ilumina mi memoria.
Así tu amorosa historia
Cuando la tarde se inclina
Va prendida a mi retina
Con brillo crepuscular
Y aunque te quiero encontrar
No hay iris, se difumina.

Solo el sonido del mar
La caricia de la brisa
Me recuerda tu sonrisa
Tu presencia familiar.
Desde algún nuevo lugar
Están tus horas completas
Entre santos y profetas
Que te rendimos tributo
Mientras pintamos de luto
El color de los violetas.

Tu mansedumbre, tu paz
Tu paso torpe de anciano
Encontró siempre mi mano
En tu mirada incapaz.
Tan persistente y tenaz
Jamás tu suerte la objetas
Tu mundo de sombras retas
Con memoria y albedrío
Ya tu espacio no es el mío
Y convivo con siluetas.

Todo es nostalgia y recuerdo
Inaugurando mi orfandad
Una ingrata soledad
Nace de mi lado izquierdo.
Un nuevo plazo que acuerdo
Con voluntad mortecina
Un dolor que me asesina
Al no tener tu presencia
Que me deja la existencia
En un mundo de neblina.


F. Justiniano. F.
Caribe Mexicano
Abril/2015


Gracias por todo en estas horas funestas.



Gracias por todo.-

Sin haber superado del todo el sentimiento de pérdida por ese ser tan entrañable que fuera mi Padre, no debo esperar más tiempo para agradecer las muestras de apoyo solidario y fraternal que por este medio y algunos otros, nos hicieron llegar a mi familia y a mí.

Recibir la calidez de un abrazo fraternal, o las expresiones sinceras de pesares compartidos, hizo menos doloroso, lo doloroso de este inevitable trance.

La ausencia física de nuestros seres queridos, es una mutilación desgarradora, cruel e inevitable; no hay una fórmula práctica, pócima mágica o brebaje milenario, que aliviane los sentimientos que atravesamos mi familia y yo, en momentos de esta naturaleza.

Lo cierto es que la presencia física de aquellos que nos acompañaron en nuestro duelo y las constantes muestras de cariño fraterno, fueron de un valor inapreciable y de sólido apoyo moral en nuestra resquebrajada resistencia emocional.

La gratitud de la familia a la que pertenezco, se las manifiesto con la misma honorabilidad y sinceridad, con que recibimos sus condolencias y expresiones que nos reconfortaban, gracias a cada uno de ustedes, nunca nos alcanzarán las palabras para poder decirles con la más absoluta honestidad, lo agradecidos que estamos y la enorme fortuna que representa contar con la incondicionalidad de nuestras amistades y familiares. Gracias nuevamente.

Hallé el hombro de mi hijo Alex, justo en el momento en que me vencían las lágrimas al cobrar conciencia que la fatalidad me arrancaba de los brazos a mi personaje favorito, en otro momento los brazos de mi hijo Alfredo fueron un amoroso soporte para sostenerme en momentos de debilidad humana, saqué el saldo de mis fortalezas para abrazar a mi hija Arantxa, inconsolablemente triste y bañada en lágrimas, mi hijo Beto y Magda me sostuvieron horas después cuando mi Padre accedía a la cámara crematoria para cumplirle su última voluntad.
Duros momentos que pude sobrellevar porque mi familia supo ser más fuerte que yo y sirvieron de paliativo y apoyo fundamental en momentos en que mi entereza se fracturaba por la pena que me embargaba. Gracias infinitamente Gracias.

Se que mis hermanos sentían lo mismo que yo, y que por ello su dolor era el mismo que el mío. Ellos y yo tenemos un pacto de amor para honrar la memoria de nuestro autor, hasta el final de nuestros días.

A todos mis amigos gracias porque no me canso de expresar mi gratitud al respecto, aprenderé a vivir sin la entrañable compañía de mi viejo y su recuerdo me acompañará hasta mi último suspiro, porque sólo hasta entonces mi Padre habrá muerto para mí.

FJ. 10/Abril/2015.

@watane1    

Un padre a toda madre.



Un padre a toda madre.



Por: Félix Justiniano Ferráez.  

Para: Arantxa, Alex, Beto y Alfredo.                                    


Por supuesto que hoy escribo en mi calidad de hijo afortunadamente bendecido por un padre como el que mi madre me otorgó.
Me cabe en suerte expresar que si estas decisiones fuesen tomadas por nosotros, o nos tomaran en cuenta para tamañas posesiones, no dudaría en elegir por convicción y por amor al padre que tengo y a los hijos que la vida me obsequió.
“La vida ese paréntesis” escribió Mario Benedetti, pero en el ínterin que tal de circunstancias, emociones, sinsabores, pasiones, satisfacciones etc. por las que atravesamos y que nos van templando para irnos forjando primero como hombres y luego como intento de padres.
Es bueno saber como niño, que duerme cerca de uno ese ser de leyenda que todo lo sabe, que nos da seguridad, que no le teme a nada, que nos protege y que nunca nos hace sentir solos o desamparados.
Aquel que luego comparte el secreto de las primeras cuitas y se vuelve además de consejero, cómplice y celestina; el que cambia el tono de la voz y pasa de la ternura del amor, al rigor de la exigencia para conocer el resultado de exámenes y responsabilidades.
Ese que nunca deja de preocuparse por ti aunque ya compartas su encendedor, o la navaja de afeitar, te pongas sus camisas y uses sus lociones.
El mismo que le llamaba “papi”, a su propio “papi” cuando ya cargaba 80 años a cuestas y al que nunca dejó de amar y admirar, antes que la vida pasara a cobrar la factura y se lo llevara a donde van todos los papis buenos del mundo sufriendo como niño la pérdida de mi abuelo, ese anciano a quien yo robé sus cuadernos de fantasías, para tímidamente tomar la estafeta y continuar con los versos que al principio eran sólo para el gozo y comentario de ese viejo y numeroso clan al cual orgullosamente pertenezco.
Hoy con casi medio siglo a mis espaldas y él con una ventaja de 25 años pero que de acuerdo a su expresión “ya mero lo alcanzo”; mi padre sigue repartiendo amor y cuidado entre sus hijos y los hijos de éstos; hoy obtiene por amor lo que antes conseguía de sus hijos con rigor. Y por esa mágica transmutación del amor, es más fácil que la generación de relevo lo escuche más a él, que a mí. Sabe valorar las cualidades de cada uno de mis hijos y motivarlos y sufre lo mismo que yo, la ausencia de sangre nuestra, que el egoísmo, la ignorancia y la deslealtad alejó de nuestros afectos y cuidados, sin mencionarme las incontables veces que me previno y me hizo ver lo que yo me negaba a aceptar; sin reprochar, sin maldecir, caballerosamente aguanta conmigo en silencio amando y esperando a su sangre dispersa.
A cambio ve crecer a mi lado a tres jóvenes que tienen en él a un amigo solapador y confiable, que lo mismo le llaman abuelito que: compita, antiguo, viejito o pelusita.
Por la recámara del “antiguo” circula cada noche un nieto diferente por que todos quieren dormir con él y nadie quiere hacerlo conmigo.
Es amigo de mis amigos, ha sabido ganarse el afecto y el respeto de todos ellos y lo mismo disfruta su cercanía con una cerveza que tomando un buen café con ellos; sólo a él puede alcanzarle el tiempo para ser secretaria telefónica de mis hijos, asesor culinario de esa espléndida dama que me honra como esposa y servir la mesa, es médico, enfermero, contador, asesor, confidente, cocinero, banco de crédito (el único que no cobra intereses) árbitro, juez, compañero de coro, lavador de platos, niñero,  etc…
Mi padre es para mis hermanos, mis hijos, mi esposa y yo más que todo lo anterior, más que un vértice de convergencia, más que un punto de referencia que nos remonta a nuestros orígenes, más que un oráculo para toda su descendencia; es por sobre todo…. UNA AMOROSA BENDICIÓN.
Ojala algún día yo pueda pagarle a mis nietos lo que hoy Félix Alonso Justiniano Cu, hace cada día por mis hijos.

¡Muchas Felicidades a todos los padres!


Caribe Mexicano/en algún día del padre.
@watane1


El día del Padre con Félix Alonso Justiniano Cú



Don Félix Alonso Justiniano C.

Me he declarado siempre enemigo de los estereotipos y de las manipulaciones ideológicas, aquellas cuyas intenciones no son más que tristes carencias de valores, sobre quienes no han hallado los propios o los tienen confundidos o difusos.

Pertenezco orgullosamente a una generación de seres humanos cuya  educación empezó en casa, siguió en casa y terminará algún día con los principios inculcados por mi pareja preferida, mi madre y mi padre.

Soy de esa generación que estudió sin internet, sin computadoras, sin tabletas, sin teléfonos inteligentes, porque los inteligentes éramos nosotros al acudir a las bibliotecas a investigar los conocimientos legados por mentes superiores, que en un acto de irrestricta generosidad nos dejaban sus enseñanzas a través de las páginas de sus libros.

Por esos intereses escolares  se nos creó el hábito de la lectura y quizá el de la escritura decente, y por ello también cargamos nuestros conocimientos en el cerebro y no en apéndices electrónicos.

De manera que gracias a esas mentes que nos antecedieron y dejaron constancia de sus conocimientos, se preparó mi generación que por cierto ya está a punto del relevo, pero es innegable también que de esa forma esta generación y las anteriores,  sentaron  las bases del progreso que hoy usufructan  millones de ser humanos diseminados por el planeta.

Esta situación nos permite hoy día normar criterios de conducta, blindarnos con valores morales y convicciones de la avalancha de intereses y tentaciones, establecer parámetros personales ante circunstancias extraordinarias, saber diferenciar la relevancia de lo útil y lo superfluo de lo fútil y entre el brillo del oro y el del similor. En síntesis aprendimos a pintar una raya de donde no pasamos y nadie puede vendernos espejitos o varitas mágicas y el canto de las sirenas no tiene eco en nuestras conciencias.
  
Todo lo anterior solo para expresar que no creo en el día del padre y en cualquiera de esas festividades producto de intereses transnacionales y por ende perversos.

A sus 85 años de edad mi padre ha compartido 60 de ellos conmigo y hemos vivido todo tipo de experiencias juntos, durante ese tiempo he comprobado que ha sido un hombre justo, trabajador responsable, valiente, honorable y honrado, pero quizá su mayor virtud, fue la de ser un hijo intachable, respetuoso y responsable de sus propios padres y pendiente de ellos hasta el último de sus días.

Fue quizá esa enseñanza la más significativa de todas las que me lega con su ejemplo de vida.
Lealtad a sus raíces y amor a los suyos como base de todas sus decisiones y actuaciones.

Ser el hijo que le tocó ser, me llevó a entender que ese es el primer paso para llegar a ser un buen padre, no se puede ejercer el privilegio de la paternidad sin entender los deberes previos de hijo.
Hablar del héroe de mi niñez, es también hablar del anciano vulnerable y bondadoso que me sigue acompañando todos los días, sin esa correlación de épocas y experiencias, no se puede establecer con objetividad el propósito en la vida de un hombre como mi padre.

Su longevidad le hace pagar doble tributo a la vida, sin contemporáneos ni amistades de antaño, el tiempo le otorga una soledad de paciente espera y de mansedumbre que raya en la beatitud; por el otro la vulnerabilidad se hace presente en todas las estaciones del año y en todas las horas del día.
Si el músculo ha perdido la fortaleza, ha ganado en sabiduría y en expresiones de amor, el cerebro permanece intacto y el pensamiento es lúcido, magnánimo y visionario, hoy consigue con una sonrisa bondadosa y una mirada de amor, lo que antes conseguía con la fortaleza de sus actitudes y las capacidades en plenitud.

Para mi padre son este y todos los días, él y yo sabemos que tenemos menos días por delante, que los que hemos ido dejando atrás, eso me permite no dejar pasar la oportunidad de expresarle mi amor y mi admiración, compartimos la mesa, los recuerdos, las duras y las maduras.

No recuerdo una fecha importante en donde su familiar presencia no estuviera presente, todas nuestras festividades giran en torno suyo y en todos los grandes momentos sigue siendo el protagonista por derecho propio.

Debe ser una enorme satisfacción rodearse de varias generaciones que se derivan de él, Dios en su infinita bondad lo recompensa viendo a sus hijos, nietos y bisnietas en torno suyo y celebrando la vida, su vida que se ha multiplicado y ha trascendido en otras generaciones y su sangre que fluye y corre por varios afluentes perpetuando su apellido.

Mi padre se repite en cada uno de sus descendientes, en mis hermanos, en mis hijos, mis sobrinos y en la siguiente generación que ha alcanzado a ver y disfrutar;  noble vida aquella que al llegar su invierno, encuentra la calidez del reconocimiento familiar y la unidad en torno suyo, un protagonista que sin reclamar recibe la cosecha del amor y las expresiones de orgullo de pertenecer al añejo tronco del cual él también desciende.

A su manera se ha ganado el afecto de los amigos de sus hijos y comparte sonrisas, afectos y el agradecimiento por saber que se cuenta entre ellos como un camarada mas.
Abrazar a mi padre cada día, es percibir su entrañable satisfacción de sentirse querido, respetado e importante, para mí es un gesto de infinita felicidad y de agradecimiento con el arquitecto del universo, porque nunca como hoy cobro conciencia que la vida es un suspiro, sentir su fragilidad entre mis brazos me compromete hasta la médula para ser merecedor de su cariño sin reservas y de poder transmitirle mi lealtad incondicional y perenne.

Aquel lejano ayer donde se manifestaba como un león para afrontar la vida y proteger su manada, es ya parte de su pasado de leyenda, hoy el héroe está cansado y cobra conciencia de su fragilidad que lleva con soltura y con valentía.

No deja de admirarme su determinación para afrontar el quirófano en meses pasados, inmutable, confiado, valiente, platicamos como si nada pasara y nos despedimos él y yo con una abrazo que decía más que todas las palabras, me miró con ojos de amor y serenidad, aunque sabía que llevaba la música por dentro, apenas alcancé a decirle, aquí te espero, no me muevo de aquí hasta que regreses, y se perdió de mi vista al cerrarse las puertas del  elevador que lo trasladaba al mundo de la inconsciencia inducida.  

Después de algunas horas me entregaron a mi viejo semidormido y curado de las inevitables fallas orgánicas que necesariamente se presentan a esa edad. Verlo en su verdadera dimensión, me estrujó el corazón y hubiera querido dejar correr las lágrimas que he llevado guardadas durante años para liberar las tensiones de siempre y por haber podido superar con él un riesgo calculado, pero inevitable.

Y aquí seguimos hoy, unidos en sentimiento y en pensamiento, conscientes que el calendario no nos perdona y nos quedan pocas hojas por pasar, pero cumpliéndole con creces al resto de la familia y definiendo lo que cada uno de ellos deberán ser cuando nuestros ciclos concluyan.
Hoy la fiesta es para ese anciano a quien todos queremos, tenerlo entre nosotros es la verdadera fiesta, hoy elijo una vez mas ser hijo suyo, antes que cualquier otra cosa y celebrar con mis hijos el amor que nos convoca y nos nutre  como clan, el mismo que privilegia las tradiciones familiares y repite con alegría las costumbres de siempre.

No concibo otra forma de celebrar la vida con las personas amadas, para mí el ejemplo de amor de mi viejo es insustituible y punto de referencia de mi conducta.

Felicidades a mi padre todos los días, porque todos los días son sus días por méritos propios, mi amor y mi gratitud son eternas y cotidianas, porque gracias a su ejemplo, me acerco al padre que reclaman mis hijos y al que intento ser para que ellos cumplan con creces a sus propios hijos llegado el momento.
En esas andamos, en ello me ocupo.

F. Justiniano. F.
15 de Junio de 2014
Cancún, Q. Roo

@watane1

El peso de tu ausencia padre querido.-



El peso de tu ausencia Papá.

Por Félix Justiniano Ferráez.

Hoy es martes 7 de abril de 2015, mi padre sabe que se está muriendo y no tiene miedo, no se queja, se concentra serenamente en afrontar ese tramo final que inmerecidamente le está costando un sufrimiento innecesario, me atrevo a decir que cruel e injusto.
Su vida se le escapa penosamente lenta, difícil, dolorosa, lo peor es que consciente de su condición, sufre más por el sufrimiento de sus hijos que no nos hemos apartado de su lado, que por sus propias circunstancias de agonía.
Eventualmente me llama desde su mundo de neblinas que las cataratas y una pésima cirugía le obsequiaran, le tomo la mano con amor y le doy constancia que obscuridad y soledad son cosas diferentes en su caso, no me ves pero aquí estoy, le digo, y no voy a separarme de tu lado, aquí nos amanece juntos Félix descansa, te hace falta, es mi expresión que aparenta ser de serenidad.
Se acomoda en su lecho y descansa breves minutos antes que las expectoraciones lo sacudan violentamente y deje escapar poco a poco la vida que se le extingue frente a mis ojos y mi impotencia.
Lo ayudo a desalojar el mal que lo consume y lo aseo con infinita ternura, quizá como hace 60 años lo hacía conmigo.
Ver la vulnerabilidad de mi padre y saber que se le escapa la vida entre mis brazos, me sacude el alma, me estremece todas las fibras y hago alarde de fortaleza para no flaquear y ayudarlo a salir de su último trance con dignidad y otorgarle la certeza que su vida tuvo sentido, que mi gratitud por sus amorosas enseñanzas y su respaldo en momentos claves, no tiene límites y que gustoso cambiaría mi lugar por el suyo.
Ocasionalmente me voltea ver y trata de decirme algo que yo adivino como: gracias hijo, dos palabras que apenas como murmullo le salen de su cuerpo agotado por varios días de una lucha heroica contra lo inevitable.
Ayúdame a cambiarme de lado me murmura desde su lecho para que lo acomode en posición contraria y descanse mejor, pero sobre todo para que no broncoaspire.
Aquel hombre vital y dinámico está hecho un ovillo entre mis brazos, debilitado por los desvelos, los esfuerzos, la edad y un enorme deterioro de su salud, lo sostengo con el mayor de los cuidados y lo muevo con ese amor que me inspira saber que su comodidad depende de mi habilidad, seguramente de la misma forma que lo hizo en mis primeros años de vida y era tan frágil como él ahora.
Antes de darme cuenta ya está expectorando de nuevo; sentado entre mis brazos le favorece la fuerza natural de la gravedad para poder deshacerse del mal que lo consume, y así nos quedamos unos minutos, dame agua por favor, me dice, mientras intenta sobrellevar la acidez de la sangre digerida que le abrasa por dentro.
Ya habíamos sido advertidos por el gastroenterólogo, de las dificultades de digerir la sangre en función de su enorme acidez que irrita como ácido el tracto digestivo, todo ello como consecuencia de la gastritis erosiva que terminó con los días de mi padre. Saberlo es una cosa, comprobarlo en la humanidad de un ser tan amado, es otra.
Esas horas de vigilia y cuidados eran interminables para mí, por no poder hacer mayor cosa para hacerle más llevadera sus últimas horas al autor de mis días.  Pero si para mi eran muy duras, para mi padre eran de indescriptibles incomodidades y penurias, en donde nunca lo escuché quejarse o amedrentarse. Estoico, valiente, decidido y admirablemente paciente le plantó cara al momento final y expiró con un gesto de beatitud entre mis brazos.
El gran viaje había iniciado y partía al mundo de sus propios ausentes, familiares y amistades, a los espacios etéreos, a la eternidad inescrutable, al silencioso mundo de los recuerdos, justo ahí donde se convierten en nuestra propia esencia y viajan en nuestro interior en cada latido del diminuto torrente que nos mantiene atados a esta dimensión, aún y ahora.  
Llevar el apellido de este hombre fue una gracia divina, una bendición y sobre todo un orgullo; como lo fue para él honrar el de mi abuelo y así sucesivamente hasta el origen de lo que ahora somos; llamarme como él, fue su voluntad y aprendí a vivir a la sombra de su homonimia y haber sido siempre el hijo de…porque finalmente fuimos y seremos uno y lo mismo de manera particular en esta difícil etapa, que hoy nos une más allá de las circunstancias y el tiempo.
Cuando una amigo se va, queda un espacio vacío; reza una famosa canción/poema del argentino Alberto Cortés. Lo cierto es que cuando ese amigo juega doble papel, de amigo y padre, el vacío es enorme. Inconmensurablemente enorme y el peso de la ausencia puede llegar a devastar la fortaleza de cualquiera sino se sabe manejar.
Bueno ahora mismo yo atravieso los difíciles ajustes de esa penosa circunstancia por la pérdida de mi padre, ese entrañable personaje que me acompañó caminando a mi lado por 60 años y donde fue protagonista por derecho propio en todos los acontecimientos que fueron configurando los pormenores de una vida como la mía, siempre al amparo y la dirección de sus amorosos consejos.
Nos graduamos el mismo día, me tocó en suerte ser su primogénito, él me recibió en sus brazos cuando llegué al mundo, de los míos partió a su cita con la eternidad, se fue desde el hogar de sus hijos, rodeado de la familia que más amó, como mueren los justos, los buenos, los que nunca serán olvidados y pasadas muchas generaciones de su linaje, seguirán vigentes en el recuerdo de los suyos por sus hechos de amor y su apego a la familia, porque ese fue el único motor que lo movió los 86 años que pisó este mundo para hacerlo un poco mejor, para dejar como legado el ejemplo de una irreprochable conducta como padre y ello seguramente porque fue el mejor de los hijos de sus progenitores, mis fabulosos abuelos, un hermano que era reconocido por su alegría, su solidaridad con los suyos y su desprendimiento personal, un respetado y querido tío de una larga cadena de sobrinos.
En modo alguno pretendo referirme a un ser humano perfecto, las imperfecciones de mi padre, porque las tuvo, son de la menor importancia a la hora del balance final, al menos para nosotros sus familiares más cercanos, sus hijos y nietos, aquellos que fuimos su motor y el motivo por el que se sobrepuso a todas las vicisitudes que la vida le puso en el camino, porque tampoco su propia vida fue fácil.
Sea pues horas de recordarte con amor Padre, de honrar el legado que nos dejas en el tiempo que pudimos compartir todos juntos en cumpleaños, festivales escolares, navidades, duelos, graduaciones, viajes, la llegada al mundo de los nietos, y tantas veces reunidos en torno tuyo por el simple hecho de quererte como lo hicimos, por el gusto de propiciar tu alegría, de tus ocurrencias y bromas, de tus legítimas preocupaciones, de todo aquello que fue zurciéndonos el corazón con multitud de recuerdos tuyos.  
Hoy tu lugar en la mesa está vacío, tu recámara deshabitada, tus recuerdos rondan por la casa y de pronto me parece escuchar tus sonidos familiares que anunciaban tu presencia, pero son más ganas de abrazarte, que de asumir la realidad que nos inunda sólo de recuerdos tuyos y de dolorosa nostalgia.
La vida sigue sin ti Papá, la estafeta ya tiene el relevo y sólo espero con el tiempo que llegado mi turno, alguno de mis hijos sienta este sentimiento de nostalgia y gratitud que hoy siento por ti; si así fuera, la vida que me otorgaste también habrá tenido sentido y volveremos a tomarnos una cerveza juntos viendo crecer a la manada que dejamos en el mundo.

F. Justiniano. F.
Caribe Mexicano
fjf54@hotmail.com
Mayo del 2015.