jueves, 16 de marzo de 2017

Los semáforos delictivos



Los semáforos delictivos.


Escucho, no sé bien si con pena ajena, enojo, o con lástima, las declaraciones de Rodolfo del Ángel Campos el encargado estatal de la Seguridad Pública en Quintana Roo.
Este funcionario a cuyo cargo está la seguridad de usted que me lee, la de su familia, la mía, la de los turistas que nos visitan y la del resto del millón de habitantes que nos ganamos la vida y tributamos para que los funcionarios como él devenguen salarios y canonjías, reduce el gravísimo problema de la inseguridad que asuela a Quintana Roo, a una simple infografía tricolor soslayando la gravedad del asunto y los hogares enlutados, así como las viudas y huérfanos cuyas vidas han dado un giro de 180 grados y cuyo futuro es devastador y no se incluye como consecuencias de un trabajo ineficiente, rústico y corrupto de los encargados del orden y la seguridad pública.
Las ejecuciones a mansalva de ciudadanos nacionales o extranjeros, taxistas, policías, elementos de seguridad privada, empleados de diferentes giros, etc. Pasan a 2do término y se justifican argumentando que el estado solo se encuentra en semáforo ámbar y que aún prevalece el orden y la seguridad por encima de las notas periodísticas, los contenidos de las redes sociales y sobre todo ante una realidad macabra y cruenta.
Las recientes ejecuciones de compañeros de profesión y otros más, hospitalizados por la gravedad de las heridas de disparos de sicarios, los asaltos a mano armada en comercios de la localidad, las persecuciones a velocidad de vértigo entre patrullas y delincuentes por las avenidas de la ciudad entre disparos de ambos lados, como si estuviésemos en la sala de un cine viendo un documental de la mafia estadounidense,  no merecen un motivo de reflexión honesta y profesional, no amerita el disgusto de sentirse rebasado e incompetente para la función que le confiaron, ya no digamos la frase de reconocimiento al compañero caído y de solidaridad con sus deudos, ni siquiera la expresión de un compromiso que apacigüe o de tranquilidad a los ciudadanos, que a diferencia de este señor, no nos trasladamos en vehículos blindados ni con escoltas armados hasta los dientes.
Rodolfo del Ángel Campos gracias a los impuestos ciudadanos (federales, estatales o municipales) se traslada en costosos vehículos blindados que garantizan, no será objeto de las ejecuciones a las que están expuestos el resto de los policías que han perdido la vida en cumplimiento de su deber; y de los que día tras día salen a devengar su salario portando con honor el uniforme que les asignan y con el exclusivo respaldo de su arma de cargo y algún compañero igual de vulnerable que él.
El comandante Rodolfo en cambio se mueve con una logística previa que garantice su itinerario con 3 o 4 camionetas de respaldo y con 15 elementos custodiando con armas largas cada uno de sus pasos, esté en funciones o de merecido descanso.
¿De qué se cuida el comandante Del Ángel? Si los delincuentes nunca habían estado con las manos tan libres como hoy día.
¿Realmente piensa que es el enemigo número uno de los cárteles que libran cruenta batalla por el dominio de las plazas turísticas de estado?
El actual encargado pierde de vista que en la administración próxima pasada, el comité de inteligencia militar pidió su remoción como comandante municipal de Solidaridad, lo mismo que la de Arturo Olivares Mendiola en Benito Juárez por sus nexos con el crimen organizado.
Quizá también por ello a 6 meses de asumir el cargo no se ha dignado a entrar una sola vez en los penales a su cargo, donde se encuentran recluidos antiguos socios de actividades especiales muy bien remuneradas.
De hacerlo hubiera sabido que la reciente ejecución del abogado Antonio Minor Rodríguez en los alrededores de La Gran Plaza, se derivó de una discusión  entre el hoy occiso y uno de sus clientes del grupo de “Los Pelones”  al visitarlo justamente en la cárcel para afinar las estrategias de la defensa, 15 minutos después rumbo a su domicilio perdía la vida abatido por disparos de “desconocidos” 
Rodolfo del Ángel puso en voz del ejecutivo las absurdas declaraciones de que los hechos sangrientos del Blue Parrot fue un desacuerdo entre particulares, pero omitió informar a los ciudadanos que le pagamos su salario a él y a sus escoltas que, personal de seguridad privada de la empresa en cuestión portaba armas de fuego sin la licencia del estado.
Que los extranjeros abatidos estaban impedidos a portar armas en suelo mexicano y que todas esas irregularidades son única y exclusivamente responsabilidad suya.
Declarar que los semáforos delictivos todavía presentan opciones de garantía de seguridad, no es más que una total falta de respeto al gobernador del estado y a los más de un millón de ciudadanos que día tras día no sabemos con qué nos vamos a encontrar al salir a las calles.
El semáforo delictivo no es más que la relación de la cantidad de actos criminales denunciados, entre un grupo numérico seleccionado como muestra  por algún algoritmo creado para el efecto.
Lo que nunca dirá ese semáforo es que no se incluyen todos los hechos criminales, sino exclusivamente los denunciados, tampoco esa infografía podría significar el duelo familiar de tantas gentes abatidas en estos hechos sangrientos, no pueden las fotografías en cuestión retratar el temor de ciudadanos comunes y corrientes que de la nada quedan atrapados en persecuciones infernales y fuego cruzado, o la angustia de padres de familia cuando los hijos salen a divertirse entre jóvenes de su edad, sabiendo que hasta en las más prestigiosas discos se dan ejecuciones y venta de droga al menudeo, no es con los semáforos alcahuetes que se garantizará el futuro de huérfanos desamparados por abatimiento de alguno de sus progenitores.
Tampoco parecería que ante los hechos sangrientos, ya tan comunes en el estado, se le pueda convencer a los turistas nacionales y extranjeros, que los semáforos delictivos a los que alude el comandante Del Ángel son una garantía de tranquilidad social e integridad personal.
Insensible o despreocupado no alcanza a ver la relación y la diferencia entre lo cuantitativo o cualitativo, pero mezquino al fin, en modo alguno se presenta en los domicilios enlutados o los de compañeros caídos, y con infografías en mano les diga con la misma desfachatez con la que declara ante periodistas, no hay de qué preocuparse, seguimos en ámbar.
Ante la evidente incapacidad de este funcionario nos surge la pregunta obvia, ¿que debe de ocurrir en términos de sangre para que este señor sea removido de su cargo? Porque no haber aprobado los exámenes de control de confianza del CISEN, al parecer no fue suficiente.

Quintana Roo/2017

    

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