Los
semáforos delictivos.
Escucho,
no sé bien si con pena ajena, enojo, o con lástima, las declaraciones de
Rodolfo del Ángel Campos el encargado estatal de la Seguridad Pública en
Quintana Roo.
Este
funcionario a cuyo cargo está la seguridad de usted que me lee, la de su
familia, la mía, la de los turistas que nos visitan y la del resto del millón
de habitantes que nos ganamos la vida y tributamos para que los funcionarios
como él devenguen salarios y canonjías, reduce el gravísimo problema de la
inseguridad que asuela a Quintana Roo, a una simple infografía tricolor
soslayando la gravedad del asunto y los hogares enlutados, así como las viudas
y huérfanos cuyas vidas han dado un giro de 180 grados y cuyo futuro es
devastador y no se incluye como consecuencias de un trabajo ineficiente,
rústico y corrupto de los encargados del orden y la seguridad pública.
Las
ejecuciones a mansalva de ciudadanos nacionales o extranjeros, taxistas,
policías, elementos de seguridad privada, empleados de diferentes giros, etc. Pasan
a 2do término y se justifican argumentando que el estado solo se encuentra en
semáforo ámbar y que aún prevalece el orden y la seguridad por encima de las
notas periodísticas, los contenidos de las redes sociales y sobre todo ante una
realidad macabra y cruenta.
Las
recientes ejecuciones de compañeros de profesión y otros más, hospitalizados
por la gravedad de las heridas de disparos de sicarios, los asaltos a mano
armada en comercios de la localidad, las persecuciones a velocidad de vértigo
entre patrullas y delincuentes por las avenidas de la ciudad entre disparos de
ambos lados, como si estuviésemos en la sala de un cine viendo un documental de
la mafia estadounidense, no merecen un
motivo de reflexión honesta y profesional, no amerita el disgusto de sentirse
rebasado e incompetente para la función que le confiaron, ya no digamos la
frase de reconocimiento al compañero caído y de solidaridad con sus deudos, ni
siquiera la expresión de un compromiso que apacigüe o de tranquilidad a los
ciudadanos, que a diferencia de este señor, no nos trasladamos en vehículos
blindados ni con escoltas armados hasta los dientes.
Rodolfo
del Ángel Campos gracias a los impuestos ciudadanos (federales, estatales o
municipales) se traslada en costosos vehículos blindados que garantizan, no
será objeto de las ejecuciones a las que están expuestos el resto de los
policías que han perdido la vida en cumplimiento de su deber; y de los que día
tras día salen a devengar su salario portando con honor el uniforme que les asignan
y con el exclusivo respaldo de su arma de cargo y algún compañero igual de
vulnerable que él.
El
comandante Rodolfo en cambio se mueve con una logística previa que garantice su
itinerario con 3 o 4 camionetas de respaldo y con 15 elementos custodiando con
armas largas cada uno de sus pasos, esté en funciones o de merecido descanso.
¿De
qué se cuida el comandante Del Ángel? Si los delincuentes nunca habían estado
con las manos tan libres como hoy día.
¿Realmente
piensa que es el enemigo número uno de los cárteles que libran cruenta batalla
por el dominio de las plazas turísticas de estado?
El
actual encargado pierde de vista que en la administración próxima pasada, el
comité de inteligencia militar pidió su remoción como comandante municipal de
Solidaridad, lo mismo que la de Arturo Olivares Mendiola en Benito Juárez por
sus nexos con el crimen organizado.
Quizá
también por ello a 6 meses de asumir el cargo no se ha dignado a entrar una
sola vez en los penales a su cargo, donde se encuentran recluidos antiguos
socios de actividades especiales muy bien remuneradas.
De
hacerlo hubiera sabido que la reciente ejecución del abogado Antonio Minor
Rodríguez en los alrededores de La Gran Plaza, se derivó de una discusión entre el hoy occiso y uno de sus clientes del
grupo de “Los Pelones” al visitarlo
justamente en la cárcel para afinar las estrategias de la defensa, 15 minutos
después rumbo a su domicilio perdía la vida abatido por disparos de
“desconocidos”
Rodolfo
del Ángel puso en voz del ejecutivo las absurdas declaraciones de que los
hechos sangrientos del Blue Parrot fue un desacuerdo entre particulares, pero
omitió informar a los ciudadanos que le pagamos su salario a él y a sus
escoltas que, personal de seguridad privada de la empresa en cuestión portaba
armas de fuego sin la licencia del estado.
Que
los extranjeros abatidos estaban impedidos a portar armas en suelo mexicano y
que todas esas irregularidades son única y exclusivamente responsabilidad suya.
Declarar
que los semáforos delictivos todavía presentan opciones de garantía de
seguridad, no es más que una total falta de respeto al gobernador del estado y
a los más de un millón de ciudadanos que día tras día no sabemos con qué nos
vamos a encontrar al salir a las calles.
El
semáforo delictivo no es más que la relación de la cantidad de actos criminales
denunciados, entre un grupo numérico seleccionado como muestra por algún algoritmo creado para el efecto.
Lo
que nunca dirá ese semáforo es que no se incluyen todos los hechos criminales,
sino exclusivamente los denunciados, tampoco esa infografía podría significar
el duelo familiar de tantas gentes abatidas en estos hechos sangrientos, no
pueden las fotografías en cuestión retratar el temor de ciudadanos comunes y
corrientes que de la nada quedan atrapados en persecuciones infernales y fuego
cruzado, o la angustia de padres de familia cuando los hijos salen a divertirse
entre jóvenes de su edad, sabiendo que hasta en las más prestigiosas discos se dan
ejecuciones y venta de droga al menudeo, no es con los semáforos alcahuetes que
se garantizará el futuro de huérfanos desamparados por abatimiento de alguno de
sus progenitores.
Tampoco
parecería que ante los hechos sangrientos, ya tan comunes en el estado, se le
pueda convencer a los turistas nacionales y extranjeros, que los semáforos
delictivos a los que alude el comandante Del Ángel son una garantía de
tranquilidad social e integridad personal.
Insensible
o despreocupado no alcanza a ver la relación y la diferencia entre lo
cuantitativo o cualitativo, pero mezquino al fin, en modo alguno se presenta en
los domicilios enlutados o los de compañeros caídos, y con infografías en mano
les diga con la misma desfachatez con la que declara ante periodistas, no hay
de qué preocuparse, seguimos en ámbar.
Ante
la evidente incapacidad de este funcionario nos surge la pregunta obvia, ¿que
debe de ocurrir en términos de sangre para que este señor sea removido de su
cargo? Porque no haber aprobado los exámenes de control de confianza del CISEN,
al parecer no fue suficiente.
Quintana
Roo/2017
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